Cuarenta y cinco semanas, o lo que es lo mismo, 10 meses y medio, 15 países y más de 7.000 kilómetros a pie para dar a conocer los problemas de los pacientes de Alzheimer. Ésa es la «locura personal» que emprenderá en unos días («está previsto que empiece el día 1 de marzo, pero igual lo posponemos hasta el 4») el periodista navarro Guillermo Nagore, que recorrerá la distancia entre Finisterre y Jerusalén con el objetivo de «sensibilizar» a la población sobre esa enfermedad que, en la actualidad, afecta a cerca de cuatro millones de españoles, siendo el territorio nacional uno de los países europeos con más afectados por este mal.
El proyecto, que recibe el nombre de La memoria es el camino, es, en realidad, una «bomberada» de Nagore, de 44 años, que, inicialmente, tenía pensado hacer el Camino de Santiago íntegro, aunque a la inversa (hace 10 años ya realizó la ruta francesa desde Roncesvalles hasta la capital gallega), pero le surgió la posibilidad de que lo patrocinase la Confederación Española de Asociaciones de Familiares de Personas con Alzheimer (Ceafa). «A partir de ahí, le dimos una causa», explica, «ir contando pequeñas historias relacionadas con esta patología, tanto de cuidadores, como de enfermos, investigadores… Todo lo que rodea a este tema».
Y lo hará a través de un blog (www.guillenagore.blogspot.com) que redactará diariamente y en el que contará, además, todo lo que se vaya encontrando en su recorrido, «tanto experiencias de la enfermedad como del viaje».
«Mi pretensión no es científica ni sanitaria, solo quiero comunicar», indica Nagore, motivado especialmente porque «se trata de un proyecto solidario, pero principalmente periodístico». Eso sí, a través de su cuaderno de bitácora, buscará implicar a la gente en los problemas del Alzheimer. A esas personas que, como él, no tienen ninguna vinculación con esta patología, y crearles una conciencia sobre la necesidad de mejorar las políticas en este ámbito. Por ello, irá contando cómo se trata este mal en los países de su itinerario.
LA DUREZA DE LA SOLEDAD. A la espera de más financiación que le avalen «comer y dormir, que es todo lo que hace falta», se prepara para unas jornadas muy duras. No especialmente a nivel físico, ya que tiene previstas etapas de entre 20 y 25 kilómetros durante seis días a la semana, sino, principalmente, por «la exigencia psicológica» a la que se enfrenta con la soledad de su camino. Una situación que se verá mermada porque «hay gente que quiere apuntarse para acompañarme en algún tramo y, además, estaré en contacto permanente con las asociaciones».
Optimista con su viaje, en el que, a nivel personal, se pone como única meta «llegar al día siguiente», Nagore relata que «estaba en un momento en el que lo que tienes no te aporta». Por eso, decidió emprender esta experiencia «vital, muy importante y enriquecedora» que le ha hecho abandonar su puesto en un periódico guipuzcoano y buscar otras inquietudes.
El hecho de hacer el recorrido inverso es «algo simbólico, para jugar con el tema de la memoria».
Con una mochila ligera de ropa y con un buen cargamento informativo (portátil, cámara, baterías…), espera llegar a Jerusalén cerca de la Navidad, un momento en el que dará por concluida su gran hazaña.
Eso sí, para su regreso no tiene dudas: «No soy de Bilbao, volveré en avión», dice entre risas
Fuente: diariopalentino.es