Cuando Carlos Peña empezó a nadar, ceñirse un traje de neopreno era un viacrucis de paciencia y maña. «Eran de dos piezas, te hacían unas heridas terribles, tardabas media hora en ponértelo...», recuerda. Eran tan incómodos que la única manera que él encontró de ganarle la batalla al traje fue bracear de espaldas. Así, de esa forma, con la cara de frente al cielo, este vasco de Tolosa (Guipúzcoa) ha recorrido el lago Titicaca, el lago Ness, el estrecho de Magallanes, el de Gibraltar... Y el embalse de Alqueva. Y el de Alcántara, que volverá a recorrer entre hoy y mañana.
Será su segunda vez en este pantano del norte extremeño, el segundo más grande de España después del de La Serena. «Quería hacer este reto en un sitio que ya conociera, porque la exigencia es máxima