Éste debería haber sido un año de celebraciones para la Asociación de Familiares y Enfermos de Alzheimer de Ávila (Afávila) porque en 2020 ha cumplido 25 años de trayectoria. En este cuarto de siglo, la asociación se ha convertido en un referente para los enfermos y para sus familias, un hombro en el que apoyarse ante el difícil trance de afrontar un diagnóstico tan duro como el del alzheimer. El trabajo y los profesionales de Afávila han sido también una luz en la oscuridad que representa aprender a vivir con una enfermedad que condena al olvido a quienes la padecen, tan cruel para ellos como para los que desde su propia familia asisten, impotentes, a un proceso neurodegenerativo que no tiene cura pero cuyo avance puede ralentizarse no solo con fármacos, también con las terapias de estimulación cognitiva que lleva a cabo la asociación. Pero la casualidad ha querido que en este 25 aniversario haya poco o nada que celebrar porque Afávila está viviendo su momento más difícil.
Su presidenta, Montse Cortés, no se anda con rodeos a la hora de explicar la situación actual. «No sé hasta dónde llegaremos, el momento es muy crítico porque económicamente Afávila va cada vez más hacia atrás», admite.
La pregunta es cómo se encuentra en una situación tan delicada una asociación con 25 años de vida y una trayectoria consolidada que, además, hace muy poco amplió su Centro Integral de Demencias precisamente para poder atender a una demanda creciente de enfermos de alzheimer. Y la respuesta la encontramos en una palabra: Covid-19.
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