Cambios en las conexiones cerebrales que pueden detectarse mediante resonancia magnética podría servir como biomarcador de la enfermedad de Alzheimer, según un nuevo estudio presentado estos días en la reunión anual de la Sociedad Radiológica de Norteamérica (RSNA).
A esta conclusión se ha llegado al analizar 102 pacientes que participaron en un estudio llamado Iniciativa Neuroimagen de la Enfermedad de Alzheimer (ADNI). Los pacientes habían sido sometidos a imágenes de tensor de difusión (DTI), un método de resonancia magnética que evalúa la integridad de los tractos de sustancia blanca cerebral. Estos tractos son las fibras nerviosas que transportan señales entre las diferentes áreas del cerebro.
El conjunto de estos tractos o haces nerviosos forma el “conectoma estructural del cerebro”, que “proporciona una forma de caracterizar y medir estas conexiones y cómo cambian a con la edad y la enfermedad”, explica Jeffrey Prescott, coautor del estudio, de la Universidad de Duke Medical Center en Durham, Carolina del Norte.
Los investigadores establecieron una relación entre los cambios en el conectoma estructural y la tomografía por emisión de positrones (PET) con florbetapir, un compuesto que se une a la proteína amiloide y mide la cantidad de placas amiloides en el cerebro, características en el alzhéimer. Los resultados mostraron una fuerte asociación entre el consumo de florbetapir (que indican la presencia de la proteína) y disminuciones en la fuerza del conectoma estructural en cada una de las cinco áreas del cerebro estudiadas.
“Este estudio relaciona dos de los principales cambios en el cerebro con Alzheimer: los estructurales y el acumulo de la proteína amiloide patológica y sugiere un papel prometedor para las imágenes de tensor de difusión como posible complemento de diagnóstico”, destaca Prescott. Basándose en estos hallazgos, el tensor de difusión puede ofrecer un papel en la evaluación precoz de daño cerebral en la enfermedad de Alzheimer y el seguimiento de los efectos de las nuevas terapias.
“Tradicionalmente se asume que la enfermedad de Alzheimer ejerce sus efectos en la cognición a través del daño en la materia gris del cerebro, donde se concentran la mayoría de los cuerpos de las células nerviosa”, dijo Jeffrey R. Petrella, profesor de radiología de la Duke y autor principal del trabajo . ”Este estudio sugiere que la deposición de amiloide en la sustancia gris afecta a las conexiones de la sustancia blanca, que son esenciales para la transmisión de mensajes a través de los miles de millones de células nerviosas del cerebro, y que hacen posible la función mental.”
“Tenemos la sospecha de que a medida que la carga de placa amiloide en la materia gris aumenta, la materia blanca comienza empieza a funcionar mal y pierde su capacidad para transmitir mensajes de manera eficiente”, señala Prescott.
Los investigadores planean continuar estudiando esta cohorte de pacientes con el tiempo para obtener una mejor comprensión de cómo la enfermedad se desarrolla en cada pacientey para aprender sobre cómo la función y la estructura de la materia blanca se ve afectada con el aumento de la carga de amiloide.
La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia. Los tratamientos preventivos pueden ser más efectivos antes del diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer, por ejemplo, cuando una persona sufre de deterioro cognitivo leve (DCL), una disminución de las habilidades cognitivas que aún no son lo suficientemente graves como para afectar a su vida diaria pero que empiezan a notarse. Los esfuerzos previos para la detección temprana se han centrado en la proteína amiloide, que se encuentra en cantidades anormalmente altas en los cerebros de las personas con enfermedad de Alzheimer.
Fuente: Cosas del cerebro (blog ABC)