El Alzheimer ha pasado de ser un problema familiar a convertirse en un problema social, del conjunto de la sociedad. La progresiva esperanza de vida de nuestra población es, sin lugar a dudas, el principal, aunque no el único, factor de riesgo para padecer Alzheimer. En consecuencia, ha dejado de ser una cuestión médica para ser un reto sociosanitario sobre el que es preciso actuar, y actuar ya.
Son muchas las personas que hoy conviven con el Alzheimer; las mismas que están reclamando una solución a los múltiples problemas y dificultades a las que se tienen que enfrentar en su día a día. No se les puede dar la espalda y no se pueden articular medidas parciales. Es preciso abordar de manera integral el Alzheimer. Y aquí, la responsabilidad es compartida por todos cuantos intervenimos directa e indirectamente, comenzando por la propia Administración, que debe legislar una política de Estado de Alzheimer, pero también debe superar las diferencias competenciales que tan patentes están en los consejos interterritoriales.
También deben intervenir los profesionales del entorno sanitario, dotando a sus miembros de mejores mecanismos de formación y capacitación que permitan avanzar hacia el diagnóstico temprano o a tiempo, esquivando la tentación de asociar determinados síntomas a manifestaciones “propias de la edad”. Igualmente, los investigadores deben disponer de los recursos necesarios que les permitan hacer su trabajo con una mayor calidad y seguridad si cabe; no hay que olvidar que en la investigación radican las esperanzas de muchos millones de personas en todo el mundo que conviven con la enfermedad.
El tejido social organizado (las asociaciones de familiares en general y la propia Ceafa en particular) debe aportar también su granito de arena, no solo en la atención de calidad a las personas afectadas, sino también poniendo encima de la mesa su conocimiento y saber hacer para inspirar la futura política de Estado de Alzheimer, haciendo las recomendaciones oportunas para que esa política pueda incidir sobre las prioridades detectadas.
En fin, es preciso generar las sinergias pertinentes que nos permitan hacer un frente común al reto socio-sanitario que representa el Alzheimer.
Fuente: Entremayores