La situación de confinamiento a causa del coronavirus es difícil para todos pero especialmente para los pacientes más vulnerables, como son los enfermos de Alzheimer. “El principal problema en este grupo de población es el agravamiento de los trastornos de conducta que se puede producir por el aislamiento en casa”, afirma David Pérez, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid. Un proceso febril o una situación de oxigenación artificial, en caso de contagio, por ejemplo, "puede desestabilizar considerablemente a la persona con Alzheimer, lo que generaría cuadros confusionales con importantes consecuencias cognitivas y conductuales, que dificultarían el retorno a un estado similar al previo al contagio", advierte Andrés Navarro, neuropsicólogo de la Fundación Alzheimer España.
Por otra parte, la ruptura de las rutinas y dinámicas vitales habituales en estos pacientes acarrea un mayor daño que en personas mayores sin la enfermedad. "La falta de rutinas conlleva una dificultad o incapacidad de adquirir nuevos conocimientos, de modo que no pueden memorizar nueva información como las razones y la necesidad de este confinamiento. Esto crea confusión y malestar y puede redundar en problemas comportamentales", advierte.
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