La deshidratación y un aporte deficitario de fibra y/o de proteínas son los riesgos más comunes en la dieta del anciano, cuyo organismo a menudo tiene que cohabitar con la soledad, los cambios metabólicos, las enfermedades y el policonsumo de fármacos, factores que indiscutiblemente afectan a su manera de relacionarse con la comida.
En España hay cerca de 400.000 personas mayores de 90 años, cifra que, según las estimaciones del INE, se prevé que se multiplique por cuatro en 2050. Llegar con buena salud a esta edad, depende en gran medida de nuestro estilo de vida y de los hábitos que hayamos incorporado a nuestro modus vivendi. En relación con la nutrición, las personas mayores constituyen uno de los colectivos más vulnerables. La soledad, la enfermedad, los cambios metabólicos, el consumo de fármacos que dificultan la correcta asimilación de nutrientes, la escasez de recursos, etc., son algunos de los condicionantes negativos que sufren los mayores para asegurarse una correcta y completa alimentación. Según el doctor Javier Maravall, endocrinólogo de los hospitales Nisa Aguas Vivas y Rey Don Jaime y co