Hace años una campaña publicitaria de una marca de bicicletas recordaba que “quien mueve las piernas, mueve el corazón”. Hoy no cabe duda de que tenían razón. Pero lo que entonces no se sabía es que quien mueve las piernas además mantiene también joven el cerebro. Se sabe que la actividad física mejora los déficits cognitivos, sensoriales y motores en la vejez tanto en humanos como en ratones. Pero no se sabe muy bien cómo. Ahora un estudio de la universidad de Tufts publicado en PLoS Biology aporta pistas.
Los voluntarios en este caso han sido ratones. Pero los resultados son contundentes. Los cambios estructurales asociados a la vejez, que hacen más vulnerable la barrera hematoencefálica (la muralla que defiende al cerebro) y dan lugar a la inflamación de los tejidos cerebrales en ratones viejos, se pueden mitigar cuando los animales corren con regularidad. Según los investigadores, estos datos proporcionan una explicación de los efectos beneficiosos y protectores del ejercicio frente al deterioro cognitivo y la demencia en los seres humanos.
Para investigar el impacto del ejercicio físico a largo plazo sobre los cambios cerebrales observados en los ratones durante el envejecimiento, los investigadores proporcionaron a los roedores una rueda de ejercicio a partir de los 12 meses de edad (equivalentes a la mediana edad en los seres humanos) y evaluaron sus cerebros a los 18 meses (equivalente a los 60 años humanos, cuando el riesgo de la enfermedad de Alzheimer empieza a ser más elevado).
Los ratones jóvenes y viejos corrieron unas dos millas por la noche, ya que son animales nocturnos. Esta actividad física mejoró la capacidad y la motivación de los ratones viejos para participar en comportamientos espontáneos que se ven afectados por el envejecimiento. Además ejercicio reduce significativamente la pérdida de pericitos relacionada con la edad en la corteza cerebral y mejoró otros indicadores de la disfunción del sistema vascular y la barrera hematoencefálica.
Los pericitios son células contráctiles que rodean los capilares y vénulas en todo el cuerpo. En el cerebro ayudan a mantener la permeabilidad de la barrera hematoencefálica, una estructura neurovascular con una intensa actividad entre sus células, que se comunican entre sí y “deciden” qué moléculas pueden acceder al cerebro desde el torrente sanguíneo y cuáles no pueden entrar.
El ejercicio también disminuyó el número de microglia y monocitos, dos células del sistema inmune. Las primeras son las “policía autonómica” del cerebro, mientras que los monocitos forman parte de las fuerzas de seguridad de todo el organismo. Ambas limpian el cerebro de agentes infeccioso y células dañadas.
“En conjunto, nuestros datos sugieren que el envejecimiento normal causa disfunción significativa a la unidad neurovascular cortical [la barrera hematoencefálica], incluyendo la reducción de la membrana basal y la pérdida de pericitos Estos cambios se correlacionan fuertemente con un aumento de la microglia / monocitos en la corteza con la edad”, señalan los investigadores.
Numerosos estudios han relacionado el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer con la disfunción vascular durante el envejecimiento. Y este estudio sugiere que esta disfunción puede precipitarse a su vez por un mal funcionamiento de los astrocitos, otro tipo de células del cerebro, y / o pérdida de pericitos que conduce a una ruptura de la barrera hematoencefálica, que facilita la entrada al cerebro de sustancias que pueden ser nocivas.
“En los tiempos que corren, con tantas distracciones y comodidades, es fácil caer en un estilo de vida que no incluye suficiente ejercicio. Con una población que envejece, esperamos que nuestro estudio ayude a fomentar un estilo de vida saludable que incluya ejercicio”, resaltan.
Se trata de una prueba más de que hay que poner el énfasis en la prevencíón del alzhéimer, destinando más dinero a ello, porque tal vez sea en la actualidad la manera más eficaz de disminuir el número de casos de esta devastadora patología neurodegenerativa.
Fuente: abc.es