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Caricias caninas, el remedio más humano

La asociación Efecto Huella defiende el uso terapéutico del perro para combatir distintas patologías
La vida de varios niños ha cambiado desde hace unos meses. Brenda, Tindy y Marga son hoy por hoy un motivo más de superación en el día a día de estos niños, con edades comprendidas entre los 3 y los 21 años, y que padecen polidiscapacidad.
 
Durante dos veces en semana, las instalaciones de Upace se convierten en un reino especial para ellos, un reino en el que conviven con estas tres perras, pilares de la asociación Efecto Huella, y donde se ha generado un vínculo tan grande que, según explica Beatriz Romero, una de sus educadoras, "las perras adoptan una postura protectora con ellos ante cualquier extraño".
 
Mediante un trabajo transdisciplinar, un grupo de profesionales compuesto por dos maestras de educación especial, dos monitoras, una maestra de audición y lenguaje, una fisioterapeuta, una logopeda, además de las componentes de la asociación, Inma Muñoz, Eva Reguera y Beatriz Romero, trabajan codo con codo en un proyecto denominado 'Salvando distancias'.   
 
Para todos ellos, la experiencia con perros era novedosa y tras un concienzudo análisis de cada niño en el que "se estudiaron las discapacidades de cada uno para programar primero, una terapia colectiva grupal con cinco niños, y luego, otras individuales en cuatro niños", se inició el proyecto. 
 
Este tipo de terapias, completamente implantadas en ciudades como Sevilla, Barcelona y Madrid, donde incluso ya hay hospitales que permiten el acceso de los perros a determinados espacios, tienen como protagonista a este animal. "El perro es el motor y nosotros generamos los ejercicios, según los objetivos que los terapeutas nos ponen", explica Beatriz Romero. 
 
Desde hace dos años este colectivo trabaja no sólo con niños, sino también con otros sectores de la sociedad. "Está científicamente comprobado que se consiguen objetivos terapéuticos importantes en distintas patologías, en alzheimer, depresiones, a nivel de motricidad, con discapacidad, esclerosis múltiples, síndrome de down, síndrome de Rett o Williams.  También hemos trabajo con mayores... La experiencia es altamente positiva". 
 
Brenda, Tindy y Marga conforman el equipo canino, un equipo en el que lo principal, explica Beatriz Romero, es ser un can "tranquilo, amigable, con ganas de trabajar, activo, sociable, juguetón, con eso es suficiente".
 
Aquí no importa la raza, "sólo se descarta la agresividad, por lo demás, cualquier perro vale". Cuentan sus cuidadoras que Tindy, la labradora, "la recogimos de la perrera, y a Brenda y Marga, nos las dieron dos personas que no podían hacerse cargo de ellas". Además, todas pasan un "control veterinario exhaustivo cada mes". 
 
 Cada una de las perras "tiene unas características distintas. En función de lo que se pedía para cada usuario se adjudicó también el perro a cada grupo y a cada niño", relata Romero. 
 
En el caso de los niños de Upace, la constancia y el estado emocional que transmiten los animales les ha hecho superar distintas discapacidades asociadas que padecen y que van desde la discapacidad intelectual, motriz, sensorial y en algunos casos trastornos de conducta. 
 
Después de varios meses de trabajo en los que se ha pasado por distintas fases, Rosa Tinoco, una de las maestras del centro, reconoce que "hemos mejorado muchísimo en interacción sensorial, los niños han creado un vínculo con el perro a través del contacto mejorándoles su seguridad, la motivación, atención concentración e incluso algún que otro movimiento voluntario". Además, han desarrollado otras facetas como las de "respetar turnos o el tema afectivo".
 
Esta experiencia está resultando "espectacular", asegura Beatriz Romero, una de las impulsoras de la asociación Efecto Huella, quien no esconde que en ocasiones "cuando se consigue un objetivo, por mínimo que sea, es una satisfacción enorme". 
 
De momento, y viendo la excelente acogida, la asociación busca ya nuevos horizontes, entre los que se encuentran "llegar a otros colectivos". El gran problema, más aún en estos tiempos que corren, el tema económico pues "quieras que no, necesitamos material, desplazamientos y demás".  
 
"Nuestra intención es que la gente se dé cuenta que esto funciona y que en muchos casos, como nos ha ocurrido con personas mayores, el vínculo con los perros es extraordinario. Ellos disfrutan paseándolo, con su presencia, nada más que hay que ver sus caras, pero con los niños y los mayores, todos se transforman", concluye.

Con la colaboración de