La pandemia de COVID-19 ha obligado al cierre de los centros de día a los que acudían las personas con trastornos cognitivos. Estos centros cumplen la doble misión de procurar terapias a las personas para que mantengan el mayor tiempo posible y en las mejores condiciones sus capacidades y, por otra parte, descargar a las familias del cuidado continuo que supone tener en casa un familiar con este tipo de enfermedad.
Con el cierre, el cese de los tratamiento puede tener consecuencias muy negativas para las personas que los reciben, que verán agravadas sus patologías. Esto ha llevado a que la Confederación de Familiares de Enfermos de Alzheimer, CEAFA, haya solicitado al Gobierno y a las comunidades autónomas que comience la desescalada de los centros de día para mayores.
CEAFA explica en la carta al Gobierno que «se considera fundamental que aquellas asociaciones que estén en disposición de hacerlo, puedan reabrir lo antes posible sus recursos, como manera de paliar la situación de deterioro incrementado que presentan la práctica totalidad de las personas con demencia tras dos meses de confinamiento; además, por supuesto, de los problemas de toda índole que afectan a la persona que asume el cuidado principal».
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