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Cien mil escáneres del cerebro para derrotar a las enfermedades mentales

El controvertido psiquiatra Daniel Amen ha creado una base de datos compuesta por 125.000 escáneres cerebrales para diagnosticar y tratar mejor los trastornos mentales

“Los cardiólogos miran, los neurólogos miran, los ortopedistas miran, todos los especialistas miran… Los psiquiatras adivinan”. Así resume el estadounidense Daniel Amen la que ha sido durante décadas su obsesión. El popular psiquiatra propietario de seis clínicas repartidas por toda Norteamérica lleva desde finales de los 80 tratando de revolucionar la detección y el tratamiento de las enfermedades mentales. Todo, a golpe de imágenes de nuestro cerebro.

De hecho, el autor del recientemente publicado ‘The Brain Warrior's Way’, un libro en el que vincula ciertos hábitos saludables con un buen estado de nuestro cerebro, ha logrado todo un hito: tal y como anunció en una charla para los trabajadores de Google a comienzos de este 2017, su equipo ha logrado crear una base de datos de 125.000 escáneres cerebrales de pacientes de más de 100 países.

Con esa ingente cantidad de imágenes, Amen pretende cambiar por completo la forma en que ha funcionado históricamente la psiquiatría. “Desde el enfoque actual (diagnosticar en base a un grupo de síntomas, que es lo mismo que se hacía cuando Lincoln tenía depresión) a la utilización de neuroimágenes para mejorar los tratamientos y los resultados para las personas que sufren”, asegura.

La obstinación de Amen ya ha dado algunos frutos. La base de datos creada a partir de escáneres de los cerebros de sus pacientes, con financiación de la Seeds Foundation de Hong Kong y la colaboración de la doctora en neurociencia Kristen Willeumier, puede ser consultada por otros especialistas y ya dado lugar a decenas de estudios. Investigaciones que vendrían a demostrar que las imágenes del cerebro aportan información valiosa para la detección y el tratamiento de enfermedades mentales.

Uno de esos trabajos ha demostrado que los trastornos sufridos por jugadores de fútbol americano tras recibir un golpe dependen en cierta medida de la posición que ocupan en el terreno de juego durante los partidos. Otro estudio determina las diferencias visuales que hay entre las neuroimágenes de pacientes con depresión que reaccionan de forma positiva a su tratamiento y aquellos otros que no lo hacen.

Según el propio Amen, basarse en imágenes para diagnosticar y tratar a los pacientes puede evitar que se cometan errores catastróficos. “Siempre sentía que estaba tirando dardos a oscuras hacia mis pacientes”, cuenta. Por ejemplo, explica que en distintos casos de la misma enfermedad, el motivo cerebral puede ser distinto. “De esta forma, ¿cómo saber qué hacer a menos que mires?”, se pregunta.

Para él, las reglas del juego cambiaron en los primeros compases de la década de los 90, cuando conoció las imágenes SPECT (siglas en inglés de Tomografía Computarizada de Emisión Monofotónica). “SPECT nos dice básicamente tres cosas sobre el cerebro: si hay una buena actividad, muy poca o demasiada”, resume Amen. No en vano, aporta información sobre el flujo de sangre en el órgano y la actividad cerebral. Todo, en imágenes.

Marihuana y déficit de atención

Los estudios que han sacado partido de la base de datos de Amen son muy diversos. Además de los ya mencionados, otro relaciona los trastornos alimenticios con un exceso de actividad en el lóbulo frontal del cerebro y hay uno que vincula el déficit de atención con la falta de flujo sanguíneo en varias partes del órgano pensante.

Sin embargo, uno de los más polémicos trabajos que han partido de los escáneres recopilados por el psiquiatra tiene que ver con la marihuana. Según las imágenes SPECT analizadas, el consumo de esta sustancia disminuiría el flujo sanguíneo en ciertas partes del cerebro. De esta forma, prescribir medicamentos basados en cannabis a los pacientes de alzhéimer podría ser fatal. “Aquellos que utilizaron marihuana mostraron una significativa falta de flujo sanguíneo en el hipocampo derecho, el área del cerebro que ayuda a la formación de la memoria”, indica Amen.

Las claves de esta base de datos, por las que puede resultar fundamental para entender no pocas enfermedades, es su extensión y su variedad: más allá de su tamaño (esas 125.000 neuroimágenes corresponden a más 70.000 pacientes), cuenta con muestras de personas cuyas edades están comprendidas entre los 9 meses y los 101 años.

De hecho, el propio Amen va más aún más lejos y augura que su base de datos podría ser el germen de una lucha más eficiente contra el alzhéimer o, al menos, permitiría advertir su llegada lo antes posible. “Lo terrible del alzhéimer es que empieza en el cerebro décadas antes de que tengas cualquier síntoma”, argumenta.

El trabajo de Amen, sin embargo, no está exento de polémica. De hecho, ya desde sus inicios el estadounidense ha tenido que enfrentarse a las dudas de otros profesionales. Sin ir más lejos, los profesores que lo formaron como psiquiatra en Washington le explicaban que mirar el cerebro “no ayudaría” y que, además, no existían las herramientas necesarias.

Una vez que el SPECT llegó a su vida, Amen ha seguido siendo diana de múltiples críticas de otros psiquiatras que dudan del diagnóstico por imagen de ciertos trastornos mentales. Eso, sumado a la publicación de numerosos ‘best sellers’ entre los que se encuentra un libro de recetas de cocina, hace de Daniel Amen una figura más que controvertida que se sigue empeñando en defender lo que aprendió de pequeño: “¿Cómo puedes saberlo si no lo ves?”

Fuente: elconfidencial.com

Con la colaboración de