Fotografías, camisetas, gorras, imágenes para fondo de pantalla, excursiones, visitas guiadas y peluches son parte de las retribuciones que investigadores españoles ofrecen para recibir dinero a través de una fórmula de financiación conocida como crowdfunding. El quid pro quo es lo que mejor funciona en este sistema y la ciencia no está exenta. En el país, más del 40% de las plataformas en Internet de micromecenazgo trabajan con el modelo de recompensa, según una encuesta de la Asociación Española de Crowdfunding (AEC), publicada en junio pasado.
No existe un dato exacto de las iniciativas científicas financiadas por crowdfunding, ni de las plataformas dedicadas exclusivamente a este sector. Daniel Oliver, presidente de la AEC, comenta que el mecenazgo científico en España “está en pañales”, en comparación con el artístico o el social. Ana Fernández Zubieta, fundadora de la plataforma Vorticex.com, señala que España no tiene la misma cultura de mecenazgo que países como Estados Unidos o Reino Unido.
En Estados Unidos el sector científico cuenta con el apoyo de las cuentas corrientes de multimillonarios y nuevos filántropos como Michael R. Bloomberg, exalcalde de Nueva York; David H. Koch, gran empresario del sector petrolero y de productos químicos; Bill Gates, fundador de Microsoft; Eric E. Schmidt, ex director general de Google, y Lawrence J. Ellison, fundador de Oracle. Un análisis del diario The New York Times revela que los 40 mecenas que más aportan a la ciencia en EE UU han firmado un acuerdo para dar la mayor parte de sus fortunas a la caridad. Sus activos superan los 250.000 millones de dólares.
La encuesta de la AEC muestra que entre todas las plataformas españolas se recaudaron 19 millones de euros en 2013, aunque no específica a qué sectores apoyaron. El crowdfunding de inversión