Buscar el apoyo de personas en una situación similar y mantener la paciencia a pesar de los problemas que puedan surgir son los dos principales consejos de la neuróloga Claudia Volkmer para quienes tienen a su cargo a enfermos de alzheimer. Esta profesional, que impartió ayer junto a otros expertos un taller para los familiares de quienes padecen la enfermedad, recuerda que la calidad de la atención que reciben los pacientes, a pesar del carácter degenerativo de la dolencia, influye positivamente en su comportamiento
PABLO LÓPEZ | A CORUÑA La presencia en una familia de un enfermo de alzheimer implica cambios en las rutinas e incluso puede llegar a desencadenar enfrentamientos y situaciones violentas. La neuróloga Claudia María Volkmer impartió ayer, junto a otros profesionales, un taller organizado por la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer (Afaco) en el que explicó cómo debe afrontarse la tarea de cuidar a los pacientes para que tanto quienes padecen la enfermedad como sus parientes soporten las dificultades de la mejor manera posible.
-¿Qué les explica a los familiares de los enfermos de alzheimer en charlas como la organizada por Afaco?
-Lo que pretendemos es dar información a las familias con pacientes de alzheimer acerca de los síntomas de la enfermedad, de su evolución y del tratamiento, para ayudarles a entender mejor cómo es la situación y para que la soporten lo mejor posible.
-¿Cuáles son los principales problemas que conlleva la aparición de un caso de alzheimer en una familia?
-En general, la carga es, sobre todo, para el cuidador. La consecuencia inmediata es el impacto de tener que afrontar una enfermedad como esa y, a largo plazo, lo más complicado es manejar los problemas de conducta. Los pacientes necesitan, desde el principio, supervisión constante. La situación, a medida que avanza la enfermedad, varía mucho de unos pacientes a otros. Muchas veces, los pacientes de alzheimer son difíciles de controlar por la agitación, porque se desorientan o porque se vuelven más irritables y agresivos, llegando incluso a protagonizar enfrentamientos con el cuidador.
-¿Hasta qué punto influyen la calidad de los cuidados y el cariño de la familia en el estado del paciente?
-Influye mucho, como en cualquier otro caso de enfermedad grave o degenerativa. Cuando hay un apoyo familiar importante, los pacientes están más tranquilos. También influye el carácter de base, pero, en general, los pacientes que tienen un buen apoyo familiar, al llegar a la consulta, son más manejables. El paciente nota si el cuidador está tranquilo o está nervioso.
-El alzheimer se asocia a los mayores, pero también hay casos de personas de menos edad.
-El porcentaje de enfermos de alzheimer con menos de 60 años es bajo, entre el 1% y el 5%. A medida que aumenta la edad, más frecuente es la aparición de la enfermedad.
-¿Qué incidencia tiene la enfermedad actualmente?
-Es muy variable de unos países a otros. En España, las cifras más altas son de un 14%.
-¿Qué consejos concretos les da como neuróloga a las familias que tienen a su cargo a un enfermo de alzheimer?
-Lo primero es que se den cuenta de que es un problema que afecta a mucha gente y que cada vez es más frecuente y que busquen apoyos. Creo que es importante que estén en contacto con otras familias que deban afrontar la misma situación. También deben buscar apoyo social, ya sea a través de los centros o de personas que ayuden en las casas, para repartir la carga. Es también fundamental tener paciencia. Es algo complicado, pero, enfadarse con el paciente, crea mal ambiente y no sirve para nada. Hay que afrontarlo con la mayor paciencia y con el mayor optimismo posible, porque, tanto el cuidador como el paciente de la enfermedad, se sentirán mejor.
Fuente: laopinioncoruna.es