Peor que la condena al encierro es la condena al olvido. Los pacientes con alzhéimer (una patología que, según datos de la Confederación Española de Alzhéimer (CEAFA), se estima que condiciona la vida de más de 4,5 millones de personas en España) sufren las consecuencias de no salir de casa por la pandemia del coronavirus. Y es que la memoria no da tregua. Francisco no pueda ir a sus clases de memoria, María no pueda recibir la visita de sus nietos que la mantienen activa casi a diario… ¿Qué pueden hacer enfermos y cuidadores para mejorar sus capacidades o, en algunos casos, que al menos no sufran un aumento del deterioro tan rápido?
Hablamos con Violeta González, psicóloga de BiClinic, y miembro de la Asociación Madrileña de Neuropsicología, que nos da las pautas básicas para que esta etapa de confinamiento sea más llevadera y las capacidades de los afectados se vean lo menos mermadas posible.
“El confinamiento en que nos encontramos ahora ha cambiado la rutina y los hábitos de muchas familias, y estas alteraciones pueden afectar directamente a los enfermos de alzhéimer que, además, como población de riesgo, es de suma importancia que permanezcan aislados, lo que en muchas ocasiones está resultando complicado dando lugar problemas de orientación y en ocasiones alteraciones del comportamiento. Por eso mismo, y porque no sabemos cuánto tiempo permaneceremos en casa es recomendable establecer una nueva rutina y con horarios (orientativos) que aunque no tienen que ser necesariamente los mismos que tenía antes, nos permitan establecer cierta organización”.
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