PAMPLONA. La investigadora y profesora de la Facultad de Farmacia y Nutrición Maite Solas ha publicado un artículo científico, junto con un grupo de investigación del Instituto Max Planck (Alemania), en el que se explica cómo el cuerpo, ante una dieta con exceso de grasas, pone en marcha un mecanismo de protección del cerebro para evitar que una mala alimentación pueda dañar a este órgano vital.
Según se desprende del estudio, fruto del posdoctorado de la investigadora en el centro alemán, tan solo 72 horas después de comenzar una dieta con exceso de grasa el cerebro capta menos glucosa de la que necesita para su funcionamiento normal. "Entonces comienza a desencadenarse un conjunto de procesos que de algún modo sacrifican el resto del cuerpo para que la inflamación asociada a la obesidad afecte al organismo pero no al cerebro", aclara la investigadora principal.
La importancia de este trabajo se ve incrementada, en opinión de la experta, porque la investigación desarrollada desde hace más de 20 años se ha centrado en buscar solución a la inflamación denominada periférica -la inflamación general del organismo propia del exceso de peso-. Sin embargo, dice, este estudio demuestra que este proceso podría ser positivo, ya que realmente es un mecanismo de protección para mantener a salvo las funciones de este órgano vital: "Tal y como hemos descubierto, la inflamación periférica en la obesidad es necesaria -una especie de mal menor- para mantener a salvo al cerebro, debido a la importancia de este órgano".
OBESIDAD Y ALZHEIMER
Este hallazgo, comprobado hasta el momento en modelo murino -en ratones-, ha permitido a los investigadores saber cómo la proteína GLUT1, ante una alimentación con exceso de grasas, deja de expresarse en la barrera que separa el cerebro del sistema circulatorio, lo que resulta esencial para la captación de glucosa cerebral, ha informado la UN en un comunicado.
"Esa glucosa es esencial para que cerebro funcione bien y no haya deterioro cognitivo. De hecho, nuestra investigación resulta de gran interés en enfermedades como el alzheimer, ya que de ella se deriva que una persona que sintetice menos proteína VEGF tendría debilitado el mecanismo de protección natural del cerebro. Esto, además, coincide con que la obesidad es un factor de riesgo para desarrollar esta enfermedad", subraya la doctora en Farmacia de la Universidad de Navarra.
Su trabajo confirmó, además, que después de tres semanas el mecanismo de protección se ha instaurado y el cerebro vuelve a recibir la glucosa que requiere. Asimismo, el efecto inflamatorio en el resto del cuerpo también se ha asentado: "En nuestro estudio sometimos a los ratones a una dieta con un 70% de grasas, lo que resulta casi imposible en humanos. No obstante, sirvió para que comprobáramos los procesos de protección que se desencadenan".
En el caso de las personas, algunos estudios parecen indicar que un cambio en la dieta y en los patrones de vida pueden ayudar a revertir la inflamación asociada a la obesidad. "No obstante, también se sabe ya que algunos órganos vitales pueden quedar seriamente dañados tras periodos prolongados con dietas inadecuadas", culmina la investigadora.
Fuente: noticiasdenavarra.com