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Corazones reparados tras un infarto y planetas que giran 60 veces más rápido que la Tierra

Dos pasos de gigante hacia el tratamiento del infarto y de la diabetes con células madre han marcado una semana científica en la que también se ha observado un exoplaneta que rota a velocidad endiablada y en la que se ha argumentado que los neandertale

Esta semana ha sido excepcional para la investigación con células madre, aquellas capaces de convertirse en otros tipos de células del organismo, ya sean de la piel, de los huesos o del cerebro. Un equipo de científicos de EEUU ha anunciado que ha conseguido reparar parcialmente corazones de monos tras un infarto, gracias a células musculares cardiacas producidas a partir de células madre procedentes de embriones humanos. Los hallazgos sugieren que esta misma estrategia puede ser viable en los seres humanos, a juicio de los investigadores, dirigidos por Charles Murray, profesor de bioingeniería de la Universidad de Washington (EEUU).

Los científicos inyectaron 1.000 millones de células musculares en cada corazón, consiguiendo regenerar de media el 40% del tejido dañado por el infarto. La cantidad de células cultivadas en el laboratorio no tiene precedentes. En estudios anteriores, realizados con cobayas, apenas se había utilizado una décima parte.

“Los resultados muestran que ya podemos producir el número de células necesarias para la terapia humana y conseguir formar nuevo músculo cardíaco en una escala que es suficiente para mejorar la función del corazón humano”, ha declarado en un comunicado Michael Laflamme, otro profesor de la Universidad de Washington implicado en el trabajo.

Problemas de ritmo

Sin embargo, los autores del estudio, publicado en la revista Nature, son cautos, ya que detectaron en los macacos problemas en el ritmo de los latidos del corazón. Estas arritmias desaparecieron al cabo de dos o tres semanas, pero los científicos ya trabajan para detectar la causa y minimizar el riesgo antes de intentar iniciar ensayos con humanos.

La regeneración de corazones de mono no ha sido el único logro de la semana en el campo de las células madre. Un laboratorio privado ha conseguido generar células productoras de insulina a partir de células de la piel de una mujer de 32 años que padece diabetes tipo 1, una enfermedad de por vida que se caracteriza por altos niveles de azúcar en sangre a causa precisamente de la falta de insulina.

El laboratorio, el Instituto de Investigación de la Fundación Células Madre de Nueva York, fue fundado por Susan Solomon, una empresaria estadounidense con un hijo con diabetes tipo 1.

Ambos avances suponen un paso más hacia ese futuro que dibujan los Institutos Nacionales de la Salud de EEUU: “Algún día, las células madre podrán utilizarse para producir células y tejidos para el tratamiento de muchas enfermedades, inclusive la enfermedad de Parkinson, la enfermedad de Alzheimer, los traumatismos en la médula espinal, las enfermedades cardíacas, la diabetes y la artritis”.

Contra el virus del sida

También esta semana, el mayor organismo científico de España, el CSIC, ha anunciado el descubrimiento de “un mecanismo molecular para bloquear la infección del VIH”. El virus del sida se engancha a dos receptores de la superficie de las células para infectarlas. Un equipo de investigadores ha observado ahora que graduar los niveles en la membrana de las células de uno de esos correceptores, la proteína conocida como CCR5, pueden servir para detener la infección.

“Una nueva estrategia para impedir la infección del VIH-1 podría ser el diseño de fármacos que mimetizaran los efectos de CCR5 en la membrana celular”, ha explicado en un comunicado el investigador del CSIC Mario Mellado, del Centro Nacional de Biotecnología, líder del estudio.

En el campo de la prehistoria, un estudio ha intentado enterrar definitivamente la idea de que los neandertales eran seres bobalicones y primitivos. Los neandertales prosperaron en grandes extensiones de Europa y Asia, desde hace 350.000 años hasta hace unos 40.000. Y desaparecieron después de que un grupo de humanos anatómicamente modernos llegaran a Europa desde África.

Históricamente, la comunidad científica ha atribuido esta extinción a que los recién llegados eran superiores a los neandertales en sus capacidades para cazar, comunicarse y desarrollar innovaciones. Sin embargo, una amplia revisión de los últimos estudios en la materia, dirigida por Paola Villa, investigadora de la Universidad de Colorado en Boulder (EEUU), desmonta estas teorías.

Neandertales y ferraris

“Las evidencias de una inferioridad cognitiva, simplemente, no aparecen”, ha defendido Villa. “Lo que decimos es que la visión convencional de los neandertales no es real”. Entre otras características, la investigadora subraya que los neandertales eran capaces de elaborar complejos planes en equipo, como demuestran los restos de cacerías de bisontes hallados en Francia. Según Villa, también habrían tenido rituales culturales y comunicación simbólica, como sugieren restos de pigmentos quizá utilizados para pintarse el cuerpo y otros ornamentos desenterrados en yacimientos neandertales.

Para Villa, un error clásico es comparar a los neandertales, que vivieron en el Paleolítico Medio, con los humanos modernos del más reciente Paleolítico Superior. “Los investigadores no comparaban a los neandertales con sus contemporáneos en otros continentes, sino con sus sucesores. Es como comparar el comportamiento de un coche Ford T, muy usado en América y en Europa a comienzos del pasado siglo, con el comportamiento de un Ferrari actual y llegar a la conclusión de que Henry Ford era cognitivamente inferior a Enzo Ferrari”, zanja Villa.

Los científicos que miran al cielo también han presentado sorprendentes datos esta semana. Un grupo de astrónomos holandeses ha observado un planeta que gira sobre sí mismo a 100.000 kilómetros por hora en su ecuador, unas 60 veces más rápido que los apenas 1.700 kilómetros por hora de nuestro planeta Tierra. Su endiablada velocidad sorprende todavía más al saber que el planeta es 16 veces mayor y 3.000 veces más masivo que la Tierra. Su día apenas dura ocho horas. El planeta orbita la estrella Beta Pictoris, situada a unos 63 años luz de nosotros.

Fuente: esmateria.com

Con la colaboración de