La memoria se va y se lleva los recuerdos. Pero ese es solo el primero de los dramas que están por ve nir. Luego llega la desorientación, el cambio de carácter, la irritabilidad, el aislamiento. Finalmente, una larga etapa de descenso, de deterioro siguiendo la dictadura de una enfermedad para la que de momento no se adivina cura. Pero el Alzheimer es también, y ahora más que nunca, un problema económico. Para una familia salmantina, tener un enfermo que requiera cuidados especiales como los que proporciona la AFA (Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer) supone tener que hacer frente a un gasto de más de 2.000 euros al mes: demasiado para la mayoría.
La AFA fue en su día una de las primeras asociaciones en toda España dedicadas al cuidado del Alzheimer. Desde su puesta en marcha a finales de los 80 se ha caracterizado por ofrecer unos servicios de calidad, pensados para dar respuesta a unas particularidades de esta enfermedad para las que en la mayoría de ocasiones no están preparados los servicios sociales. Por eso, la asociación considera que desde las administraciones públicas debería realizarse un esfuerzo mayor para conseguir que la aportación de las familias que necesitan acceder a estos servicios no fuera tan elevada.
«No hay respuesta pública efectiva para los enfermos de Alzheimer en estos momentos», asegura Amparo Rodríguez, gerente de la AFA, que lamenta que una familia que quiera ingresar a un enfermo en la residencia especializada en demencias de la asociación «tiene que pagar actualmente 2.150 euros al mes».
Una cifra elevada
Una cifra que «somos conscientes de que es bastante complicada de alcanzar por parte de muchas personas», reconoce la directora, aunque subraya que «gracias al esfuerzo de la propia asociación, recabando todos los fondos externos que puede, este precio no cubre el coste real de la plaza residencial, que en función de las necesidades de cada paciente puede oscilar entre los 2.500 y los 3.000 euros al mes».
Lo cierto es que la residencia especializada se pagaba hasta ahora en gran medida con las ayudas derivadas de la Ley de Atención a la Dependencia, pero en estos momentos estas ayudas ni siquiera alcanzan el 10% del coste real para una familia de una plaza. Seguramente, por este motivo, de las 52 plazas disponibles en la residencia, solo están ocupadas en la actualidad 40. Una cifra que contrasta con el lleno absoluto de otros servicios de la AFA, como los dos centros de estancias diurnas, que atienden en conjunto a unas 80 personas. En este caso, el coste de una plaza «tipo» (de lunes a viernes, estancia de todo el día en el centro, incluyendo la comida), ronda los 600 euros al mes.
"Creemos que el precio puede tener una influencia importante en esta situación, ya que es evidente que en una provincia como Salamanca, en la que calculamos que puede haber más de 5.000 personas que padecen Alzheimer, la demanda residencial debería ser mucho mayor», señala Amparo Rodríguez, que explica que «en estos momentos de crisis, son muchas las familias que optan por la opción más barata y si no es posible, se plantean cuidar ellos del propio enfermo».
Familias con problemas
Desde la AFA, en los últimos años ya se han vivido «algunas situaciones en las que las familias nos han comunicado que se tenían que llevar a los enfermos exclusivamente por motivos económicos», destaca Rodríguez, que afirma que «no ha sido un aluvión de casos pero sí bastantes y en esas ocasiones sientes mucha impotencia». Una situación que repercute directamente sobre la calidad asistencial de los pacientes, que presentan problemas de movilidad y dificultades en el manejo del día a día que requerirían de medios especializados, pero «ante la que poco podemos hacer si la sociedad no nos ayuda», insiste la directora.
Por el momento, la asociación ha lanzado una propuesta que trata de paliar en parte el impacto del coste económico de la residencia. Por primera vez desde su apertura en el año 2000, se ofrece la oportunidad de ingresar en régimen de ‘habitación compartida’, de forma que la plaza pasa a costar alrededor de 1.700 euros al mes. «Ya hay algunas personas que han hecho uso de esta posibilidad, aunque como en realidad tenemos habitaciones libres, todavía no hay enfermos verdaderamente compartiendo habitación». La residencia Boni Mediero cuenta con unas instalaciones diseñadas especialmente para la comodidad de los enfermos, con un amplio equipo, que incluye médicos, enfermeras, psicólogos, terapeutas, fisioterapeutas y auxiliares. En conjunto se duplican los ratios de personal sanitario por interno que exige la ley.
Una situación que también se traduce en un importante coste del mantenimiento y que llevaba en los últimos tiempos a la AFA a plantear un expediente de regulación temporal de empleo, recortando la jornada laboral de 14 de sus trabajadores. De esta forma, aunque la plantilla se eleva a 80 personas, en estos momentos el número de contratos a jornada completa apenas supera los 50. «Ha sido una decisión muy difícil pero ha sido la única alternativa para garantizar la viabilidad del centro y de los servicios, siempre gracias al compromiso, la solidaridad y el enorme esfuerzo personal de los trabajadores que a pesar de cobrar menos siguen ofreciendo el mismo trabajo de calidad para los pacientes», explica Amparo Rodríguez.
La directora, subraya en todo caso que la AFA «va a seguir peleando hasta el final por conseguir la solidaridad de las personas que nos rodean y de las administraciones, porque entendemos que el Alzheimer es un problema que desgraciadamente va a más y que tiene que estar situado a la cabeza de las prioridades de nuestros gobernantes». Asimismo, Rodríguez destaca que los servicios de la asociación no solo benefician a los cerca de 200 usuarios que son atendidos de media cada día, sino «a cientos de familias más que acuden en busca de ayuda a la AFA con otros muchos servicios que no facturamos», como la atención telefónica de los médicos, los programas de apoyo a los cuidadores, el asesoramiento legal para la familia o el préstamo de material ortopédico (camas articuladas, sillas reclinables o equipos de sujeción) para aquellas personas que atienen a un enfermo de Alzheimer en su casa.
Fuente: elnortedecastilla.es