La conciliación es cosa de padres y también de hijos, y en ocasiones por partida doble. El cierre de los centros de día ha obligado a muchas familias a reorganizar a marchas forzadas la vida para atender en condiciones de confinamiento a sus mayores con voluntad y pocos medios lo que ha acabado por desbordar a muchos. «El servicio de atención psicológica recibe llamadas cada día y algunos vienen también y se desahogan», reconoce Alba Huero, directora de la Asociación Extremeña de Familiares de Personas con Alzheimer y otras enfermedades afines Nuestra Señora De Guadalupe (AFAEX).
El colectivo gestiona un centro de día en Badajoz que permitía descargar a las familias de la atención a los enfermos, especialmente en los casos más graves. Pero el centro cerró hace dos meses y la situación empieza a ser complicada en muchas familias.
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