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Cultivar un huerto, una terapia contra las demencias y una salida social

Ciudad Rodrigo (Salamanca), 4 mar (EFE).- La siembra de los huertos se ha convertido en uno de los mejores remedios estratégicos para prevenir las demencias y "además, es un excelente ejercicio cognitivo, porque es una buena rehabilitación para los enfermos", según Jesús Cacho, uno de los neurólogos más importantes en investigación sobre demencias.

En estos días, cuando se acerca la primavera, las personas mayores que viven en los pueblos inician los preparativos para sembrar el huerto, lo que conlleva que "su cerebro genere estrategias de planificación y abstracción, que dependerán del lóbulo frontal, tan afectado por las demencias", ha argumentado el doctor Cacho, que también ejerce como profesor en la Universidad de Salamanca.

Plantar todo tipo de hortalizas es una forma extraordinaria para "favorecer la memoria prospectiva, fuertemente alterada en patologías como la Enfermedad de Alzheimer".

El doctor Cacho asegura con rotundidad que la siembra de los huertos son actividades que en las personas mayores favorecen a la creación de reservas cognitivas o "nuevos circuitos neuronales", por lo que se justifica la prevención de las demencias.

"Cultivar un huerto es una terapia multisensorial, ya que, además de estimular las funciones cognitivas, nos impregnamos de sol y aire, a través de los cinco sentidos y, así, se estimulan neurotransmisores como la serotonina, que aparece alterada en muchos problemas cognitivos".

Desde la Unidad de Demencias del Hospital de la Santísima Trinidad, que dirige el doctor Cacho, reconocen que sembrar un huerto supone una alimentación basada en la dieta mediterránea y un excelente ejercicio físico, por lo que se controlarán los factores de riesgo vasculares, que son "muy relevantes en los problemas cognitivos de las personas mayores".

Además de una fuente de vida saludable, el huerto es una salida social que cada año que pasa la impulsan más instituciones para dar salida a personas o familias en situación muy precaria, desde el punto de vista económico.

Según un estudio realizado hace unos años por investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona, basado en más de 200 encuestas a personas que sembraban hortalizas, tener un huerto puede suponer un ahorro medio para una familia de unos 1.600 euros.

Uno de los pioneros en la puesta en valor de los huertos ha sido la Asociación de Agricultura de Montaña de la Sierra de Francia de Salamanca, que en los últimos cuatro años ha posibilitado que 50 familias con problemas económicos tengan su propio huerto.

Desde esta institución promovieron que los dueños de huertos abandonados los cedieran a las personas con dificultades y, así, los terrenos baldíos volvías a ser productivos y las familias con pocos recursos obtenían unos beneficios.

Cada vez son más las personas jóvenes, tanto del medio rural como de las urbes, según los sindicatos agrarios, que acuden a cursos de agricultura ecológica con el fin de mejorar el huerto que tienen en su pueblo o el que cultivan durante los días de asueto.

Esto ha favorecido a que en los últimos años hayan proliferados las prácticas ecológicas, frente al uso irracional de los herbicidas.

Un claro ejemplo lo vemos en hortelanos que, en vez de herbicidas, usan las ortigas mezcladas con agua para la eliminación de las malas hierbas y, así, evitar tener que roturar en demasía la tierra.

Con la colaboración de