A sus 75 años, Florencio disfruta contando una y otra vez sus vivencias pasadas como maestro de Educación Física. Su profesión que le ha dado muchísimas satisfacciones, tantas que a pesar de estar jubilado desde hace tiempo siempre ha mantenido la ilusión de ponerse el chandal y dar explicaciones a golpe de silbato a los alumnos del colegio porque «me volvería a hacer sentir que aún soy capaz de hacer cosas y ser útil».
Gracias a la Fundación Diversión Solidaria, Florencio ha hecho realidad su sueño. Ha tenido la oportunidad de volver a plantarse delante de unos estudiantes para darles una clase como realizaba antaño diariamente. Esta experiencia ha sido un regalo increíble para el protagonista y su familia. Su hijo recuerda que ha podido ver a su padre «tal y como era». «Se ha reído y ha disfrutado tal y como siempre hacía antes de la enfermedad, por el hecho de sentirse realizado. No sé cómo agradecer esta labor indescriptible. Han sido unos minutos de oro».
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