Cesta de la compra

{{#if has_items}}
{{#each line_items}}
{{ full_title }}
{{ quantity }}
{{{ subtotal_human }}}
{{/each}}
Subtotal {{{ subtotal_human }}}
{{#if coupon_name}}
Cupón de descuento {{ coupon_name }} - {{{ coupon_discount_human }}} x
{{/if}} {{#if donation}}
Donación {{{ donation_human }}}
{{/if}}
{{#if shipping_handling_left_for_free}}
(Te quedan {{{ shipping_handling_left_for_free }}} para que el envío sea gratis)
{{/if}}
{{#if tx_okstock}} Envíos en 72h. {{/if}} {{#if delivery_date}} El pedido te llegará el {{ delivery_date_human }} {{/if}}
Total {{{ total_ceafa }}}
{{else}}
Actualmente no tienes nada en la cesta de la compra. Ir a la tienda.
{{/if}}

De levaduras a neuronas: un camino para curar el párkinson y el alzhéimer

Hoy vivimos más. En el último siglo, la medicina ha triunfado en el campo de la longevidad al desarrollar vacunas para prevenir mortales enfermedades infecciosas y antibióticos para combatir infecciones bacterianas.

Vivimos más, pero con más años de vida vienen otros problemas: somos más propensos a desarrollar enfermedades neurodegenerativas, como el párkinson o el alzhéimer.

Solo en Estados Unidos se invierten cerca de $200.000 millones cada año para atender a la población con estos males y se espera que para el año 2050 se triplique la cantidad de personas afectadas.

Hasta ahora no hay ninguna cura para esos males, sino solo algunas medicinas destinadas a aminorar sus síntomas.

Susan Lindquist quiere cambiar eso. Su estrategia consiste en entender qué le ocurre a las neuronas afectadas por la enfermedad y buscar una forma de corregirlo. Sus aliadas en el laboratorio son las levaduras. Su objeto de estudio son las proteínas, específicamente las proteínas mal dobladas.

“Nosotros somos proteínas. Las proteínas hacen absolutamente todo en nuestro cuerpo”, explicó en la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, celebrada en Chicago, la laureada científica del Instituto Tecnológico de Massachusetts.

En el núcleo de nuestras células tenemos el ADN, el manual de instrucciones para el funcionamiento del cuerpo, pero para ponerlo en acción es necesario convertir ese ADN en proteínas, complejas moléculas que no solo deben tener cada pieza en el orden correcto, sino que deben acomodarse en formas precisas para que funcionen.

Cuando una proteína está mal doblada, podemos estar en serios problemas. Es como tener una lámina del mejor metal para construir una trompeta, pero, si ese metal no se dobla correctamente, el instrumento no funcionará, no podrá emitir las notas musicales.

En el ser humano, las proteínas mal dobladas son causantes de una gran cantidad de enfermedades, explica Lindquist.

Para descubrir cuáles proteínas se doblan mal en algunas enfermedades, por qué se doblan mal y buscar moléculas que puedan corregir ese mal doblado, Lindquist utiliza levaduras.

Las levaduras son hongos bien conocidos por la ciencia por su gran contribución a la humanidad: sin ellos no tendríamos cerveza ni pan.

Curiosamente, esos seres utilizan la misma maquinaria para doblar proteínas que nuestras neuronas, por lo que se convierten en buenos “tubos de ensayo”.

En el laboratorio, Lindquist inserta, a las levaduras, genes humanos de proteínas que se dañan en las enfermedades neurodegenerativas, y estudia cómo se desarrolla el mal; también analiza miles de compuestos químicos para conocer cuál puede corregir o impedir el mal doblado.

El trabajo es como buscar oro en un río, pero, tarde o temprano, aparecen las pepitas de oro, dice Lindquist. Por ejemplo, su equipo ya ha descubierto unas moléculas que parecen corregir, en las levaduras, las proteínas mal dobladas. El trabajo aún es preliminar, aún no lo suficientemente avanzado para desarrollar terapias en humanos, pero muy prometedor.

Con suerte, y esfuerzo, es posible que en un futuro empecemos a tener curas para males como el párkinson y el alzhéimer.

Fuente: nacion.com

Con la colaboración de