Hace más de 100 años, Santiago Ramón y Cajal escribía que "cualquiera puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro". A juicio de Maya Opendak y Elizabeth Gould, investigadoras de la Princeton University (EEUU), esta frase es "sorprendentemente profética" si se tiene en cuenta lo poquísimo que se sabía en aquella época sobre la plasticidad del cerebro adulto.
Lo escriben en una extensa revisión publicada en la revista Trends in Cognitive Science -del grupo Cell- sobre la neurogénesis en el adulto o lo que es lo mismo, las neuronas nuevas que -contrariamente a los que se sospechaba hace apenas una década- se forman en determinadas áreas del cerebro.
Como subraya Alberto Villarejo, vocal del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología, la neurogénesis es una de esas áreas de investigación "que están de moda". Lo está, entre otras razones, precisamente por lo que su descubrimiento supuso de desafío al dogma existente: que el ser humano nacía con un determinado número de neuronas y que de ahí no iba a pasar.
Pero una cosa es haber descubierto que algunas -muy pocas- áreas del cerebro producen neuronas en la edad adulta y otra muy distinta saber qué función tienen, si todas las personas producen el mismo número y, sobre todo, qué papel tienen en la plasticidad cerebral e, hipotéticamente, en la posible regeneración de este órgano.
Huelga decir que, si esto ocurriera, se abriría todo un campo de acción para un grupo de enfermedades, las neurodegenerativas como el Parkinson o el Alzheimer, para las que existen escasísimas opciones terapéuticas.
En la revisión publicada en la revista estadounidense se deja muy claro que la mayoría del conocimiento en torno a la neurogénesis y sus implicaciones es fruto, por el momento, de estudios en animales. Según Villarejo, esto tiene una explicación. No se puede biopsiar (o al menos no sería ético) el cerebro de personas vivas sanas y es el método más utilizado para estudiar la formación de nuevas neuronas en este órgano.
El neurólogo se atreve a aventurar cuál sería la fórmula -muy lejana- para poder llevar a cabo estos estudios en humanos. "Lo veo difícil. Se tendría que aplicar alguna técnica de imagen con un contraste que permitiera marcar las neuronas nuevas", señala.
Pero hasta que llegue ese momento, los cerebros de ratas y otros animales han hecho un retrato fiel de para qué puede servir esta neurogénesis y la respuesta es apasionante y retrotrae directamente al concepto expresado por el Nobel español hace más de un siglo. "Las nuevas neuronas pueden ser como vías para sintonizar el hipocampo con el ambiente en el que se va a vivir", resume Opendack.
De alguna forma, añaden las autoras, buscar experiencias gratificantes y evitar aquellas que causan estrés pueden ayudar a cada individuo a optimizar su propio cerebro. Como recuerda Villarejo, ya se ha demostrado que hay situaciones -como el ejercicio- que fomentan el crecimiento de nuevas neuronas adultas, mientras que otras, como el miedo o el estrés, lo dificultan.
En la filosófica conclusión de su artículo, Opendak y Gould reconocen que "no siempre es fácil ni posible" buscar experiencias gratificantes y evitar aquellas estresantes. Por esta razón, apuntan a salir del laboratorio, sobre todo en los experimentos con humanos, y estudiar la neurogénesis en condiciones más naturales. Pero todo parece indicar que el ser humano puede hacer más por su cerebro y su capacidad cognitiva que lo que se creía hasta la fecha.
Fuente: elmundo.es