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Descubren la parte del cerebro que nos ayuda a resistir las tentaciones

¿Por qué algunas personas pueden resistir la atracción de los placeres inmediatos y perseguir objetivos a largo plazo, mientras que otros sucumben fácilmente y se apartan de sus expectativas?  Tal vez porque quienes resisten esas pequeñas tentaciones tienen más imaginación que las que literalmente sucumben a lo que tienen en ese momento delante de su nariz, según un trabajo publicado en el último número de Plos Biology, liderado por Mathias Pessiglione, del Brain and Spine Institute de París

Hasta ahora varios estudios apuntaban a que la corteza prefrontal, donde residen las funciones ejecutivas, jugaba un papel fundamental a la hora de resistir las distracciones (o tentaciones) que nos apartan de nuestro camino. En esta zona del cerebro se regulan procesos cognitivos como la anticipación y la elección de objetivos, la planificación, la selección de la conducta adecuada o el autocontrol. En concreto, la región dorsal de la corteza prefrontal parece estar especializada en evitar las distracciones, como recompensas inmediatas, para conducirnos al objetivo establecido a largo plazo.

Sin embargo, el grupo de Pessiglione asegura que en realidad son los sistemas relacionados con la memoria los que nos ayudan a resistir las tentaciones. Y en concreto el hipocampo, sede de la memoria y el aprendizaje. Y es que trabajos recientes sugirieren que imaginar los resultados futuros podría ayudarnos a la hora de lograr la motivación que contrarreste la atracción de los placeres inmediatos. Y en la imaginación de situaciones nuevas están implicadas precisamente estructuras de memoria como el hipocampo. Según los investigadores, el hipocampo podría jugar un papel fundamental en la evaluación de esos resultados futuros que hemos de imaginar y han de motivarnos. Ya lo decía Aristóteles, argumentan: “cuando algún objeto deseable no está realmente presente a nuestros sentidos, ejerciendo su atracción sobre nosotros directamente, nuestra motivación para esforzarnos en obtenerlo está guiada por su imagen (memoria o fantasía)”.

La tentación entra por los ojos

Durante décadas, los economistas han estado interesados en el conflicto que supone elegir entre recompensas pequeñas inmediatas y otras mayores diferidas. Entender cómo se toman estas decisiones, tales como beber esta noche frente a no hacerlo y tener una buena salud a largo plazo, es crucial para el diseño de las pólizas de seguros o las campañas contra el alcohol. Analizando mediante escáner cerebral a sujetos a los que se les pidió que tomaran una decisión entre recibir 10 unidades monetarias inmediatamente, o bien 11 al día siguiente, los científicos encontraron que la parte dorsolateral de la corteza prefrontal, una región implicada en el control del comportamiento, era crucial para tomar la decisión de retrasar la decisión de la recompensa.

Sin embargo, estos paradigmas obvian una característica esencial de este tipo de conflictos, destaca Pessiglione: “Las recompensas inmediatas pueden ser percibidas a través de nuestros sentidos, mientras que las recompensas futuras deben ser representadas en nuestra imaginación“. El hipocampo es necesario para imaginar situaciones futuras con una riqueza de detalles que las hagan suficientemente atractivas, señala. “De hecho, esta estructura durante mucho tiempo se ha considerado esencial para el almacenamiento de sucesos pasados, pero se ha descubierto recientemente que también participa en la simulación de situaciones futuras. La consecuencia es que los pacientes con daño del hipocampo, como en la enfermedad de Alzheimer, sufren no sólo déficits de memoria, sino que también tienen dificultad para imaginar objetivos que contrarresten el atractivo de las recompensas inmediatas y les permitan motivar sus acciones a largo plazo”.

En su investigación han participado tanto voluntarios sanos como pacientes con enfermedad de Alzheimer, con daños en el hipocampo, y demencia frontotemporal, con daños en la corteza prefrontal, las dos estructuras que se comparaban en el estudio. Los resultados han demostrado la implicación fundamental del hipocampo en este tipo de decisiones. Las personas con mayor densidad neuronal en el hipocampo, pero no en la corteza prefrontal, tendían a elegir recompensas futuras que debían ser mentalmente representadas.

El futuro se imagina

Y es que las situaciones futuras se imaginan reordenando elementos almacenados en la memoria, en función de nuestras experiencias pasadas. De ahí que el hipocampo juegue un papel esencial en el conflicto que planteaba Aristóteles: la tentación de lo inmediato percibido por nuestros sentidos frente a una ficción razonable que nuestra imaginación ha de generar.

Para simular ambas situaciones, los investigadores presentaban las opciones en dos formas distintas. Algunas opciones (las “tentaciones” inmediatas) se ofrecían mediante imágenes, mientras que otras opciones eran descritas mediante un texto, por lo que tenían que ser imaginadas. En este último caso, la posibilidad de seleccionar recompensas futuras estaba ligada a la cantidad de actividad del hipocampo.

Para completar su demostración, se sometió a personas con daño en el hipocampo debido a la enfermedad de Alzheimer a la misma tarea de elección, así como a pacientes con demencia frontotemporal, que tienen daños en la corteza prefrontal. Contrariamente a las personas con demencia frontotemporal, que exhiben excesiva impulsividad en todo tipo de opciones, aquellos con enfermedad de Alzheimer eligieron específicamente las recompensas inmediatas (visuales) frente a las recompensas futuras tenían que ser imaginadas y requerían un correcto funcionamiento del hipocampo.

Fuente: abc.es

Con la colaboración de