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Detector de emociones

Un dispositivo creado en Ávila, capaz de medir sentimientos, se convierte en herramienta eficaz en tratamientos contra el alzhéimer y la drogadicción

Los príncipes de Asturias ya se sometieron al detector de emociones en la pasada edición de Fitur, en el stand de Turespaña, y midió sus preferencias a la hora de elegir destino turístico. El dispositivo, que se ha creado en Castilla y León y se basa en la actividad eléctrica del cuerpo humano, tiene aplicaciones en campos tan importantes como la lucha contra el alzhéimer y la drogadicción.

SERGIO FUENTES SÁNCHEZ, SALAMANCA El detector de emociones ya existe y se llama Sociograph y, además, es castellano y leonés cien por cien, nacido en la Universidad de Salamanca en su Campus de Ávila, es comercializado por Sociograph Neuromarketing S.L., empresa palentina con sede en Valladolid. Cuatro provincias coordinadas para desvelar qué es lo que nos gusta y qué no, en definitiva, medir nuestros sentimientos a través de la electricidad que desprendemos.

El catedrático de Psicología Evolutiva de la Escuela Universitaria de Educación de Ávila José Luis Martínez Herrador creo este mecanismo «en una especie de trabajo conjunto» con el profesor de Psicología Social de la Universidad de Salamanca Eugenio Garrido, que le retransmitió la inquietud de investigar como un jurado podía reaccionar ante las declaraciones de un testigo. Tomando esa idea como punto de partida, Martínez Herrador desarrolló un detector que mide las reacciones conjuntos de grupos de personas.

El profesor universitario describió esta iniciativa como una «técnica inédita ya que no se había hecho nada para medir las reacciones conjuntas». Esta práctica, tal y como explica la cofundadora de Sociograph Neuromarketing S.L., Elena Martín Guerra, son estudios y «no simplemente por el gusto, que con un simple cuestionario podríamos conocer, sino que cogemos una actividad fisiológica, como es la actividad eléctrica de nuestro cuerpo» para conocer el nivel de atención y emoción que experimenta un grupo de personas.

Ambos destacaron que los grupos de trabajo pueden superar el centenar de personas y como matizó Martínez Herrador, lo más importante es que se pueden trabajar estas variables de manera conjunta y sincronizada y en tiempo real. Por su parte, Martín Guerra, aseguró que mide la comunicación «de una forma objetiva» y podemos saber «de forma científica lo que está pasando y lo que cada estímulo provoca».

Las áreas de trabajo son variadas aunque como valoró Martín Guerra, todas son afines a la comunicación, y una de ellas «muy importante pero todavía en una fase muy experimental» son los tratamientos socio-sanitarios. En concreto, subrayó, en enfermos que no pueden expresar lo que quieren «pero esto no quiere decir que no estén sintiendo algo», un campo «amplio que informaría no sólo del impacto del estímulo sino hacer que ese estímulo sea más efectivo», inclusive para valorar el grado de afección de personas con Alzheimer o Autismo, por ejemplo, y si conocen o no a sus familiares.

Martínez Herrador, explicó que para este tipo de enfermos hay dos vías de utilización, una de ellas sería como instrumento para que enfermos y familiares se pudieran comunicar y, por otro lado, se podría trabajar en grupo para ver cómo responden a distintos estímulos « y poder «acceder, de alguna manera, al mundo interior de estos enfermos» de una forma psicofisiológica que me permita saber las reacciones emocionales que están teniendo esas personas».

Otro campo muy interesante, destacó el profesor, sería el tratamiento grupal, «es decir, desde grupo de alcohólicos, drogadicción, lo que se llama interacción psicocomunitaria», de esta manera se podría valorar cuál es la reacción del grupo y además lo puedo registrar en vídeo, sincronizado con la señal y luego posteriormente ver cómo ha reaccionado el grupo y conocer que impactos son positivos para el tratamiento y cuáles no.

Actualmente, informó Martín Guerra, se está trabajando, sobretodo, en comunicación audiovisual para «testar series de televisión», como por ejemplo, «El Príncipe» o «B&B» y con la ficción ya emitida «Alatriste». También se auditó en festivales como la Seminci y el de cine de Gijón. Así mismo, en la pasada de edición de Fitur, sus Altezas Reales los Príncipes de Asturias, lo probaron en el stand de Turespaña como medidor de destinos turísticos. También es una herramienta útil para probar la eficacia de discursos políticos a la hora de hacer llegar el mensaje o la cata de alimentos.

Fuente: laopiniondezamora.es


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