La epidemia del alzhéimer es imparable. Los estudios más conservadores cifran en medio millón las personas afectadas en España, pero lo más preocupante es su evolución. Cada dos décadas se duplica el número de enfermos. De ahí que sean pocos todos los esfuerzos al enfrentarse a dos grandes retos: el diagnóstico y el tratamiento. De momento, este último está siendo el principal caballo de batalla, ya que no hay fármacos que luchen contra la biología de la enfermedad, solo para los síntomas. Sí está habiendo más avances para facilitar el diagnóstico, y algunos de la mano de científicos y compañías españoles, como un test que permite detectar un factor de riesgo en el desarrollo del alzhéimer.
Esta enfermedad tiene factores modificables, como son la diabetes, la reserva cognitiva o incluso el sedentarismo, pero hay otros no modificables. Por ejemplo la presencia de la apolipoproteína ApoE4. «Se están buscando otro tipo de factores en estudios genéticos, pero el que ha salido claramente relacionado con el alzhéimer es la ApoE4, todos los demás palidecen a su lado», explica el neurólogo del hospital Ramón y Cajal de Madrid Guillermo García Ribas. Pero, insiste, es un factor de riesgo, no un diagnóstico. Es decir, que una persona tenga la ApoE4 no quiere decir que vaya a tener alzhéimer: «Sería como decir que una persona que fuma va a tener un cáncer de pulmón; solo es un factor de riesgo».
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