Investigaciones anteriores han relacionado la pérdida del olfato o anosmia, con deterioro cognitivo, deterioro cognitivo leve (DCL), o la enfermedad de Alzheimer (EA). También puede ser un marcador de cuerpos de Lewy y demencia vascular.
Los estudios de autopsia han vinculado una pérdida de capacidad de identificar olores con las placas y ovillos en el bulbo olfatorio, corteza entorrinal y el cornu ammonis