Cuando escogió la carrera de Medicina, su madre pensó que lo hacía porque era la más larga y así retrasaba todo lo posible el momento de ponerse a trabajar. Si es por trabajar, no ha parado de hacerlo desde entonces, lo que le ha llevado a figurar en el selecto club del 1% de investigadores más citados del mundo. Cuando hablamos con Ana María Cuervo (Barcelona, 1966) son las 7 de la mañana en Nueva York pero ella lleva activa desde las 3 de la madrugada.
Siendo médica, jamás ha visto un paciente. "Soy demasiado empática, no sería buena", confiesa, reconociendo que ella quería estudiar Matemáticas pero su familia le animó a buscar algo con más salidas. A partir del segundo año en la Universidad de Valencia se interesó por uno de los grupos de investigación que había en la facultad y le picó el gusanillo. Hoy, 35 años después, es una de las máximas autoridades mundiales en el estudio del envejecimiento y sus aportaciones pueden cambiar para siempre la forma que vemos –y tratamos– el alzhéimer y otras enfermedades degenerativas.
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