¿De qué morimos los españoles, una sociedad que justo antes de la pandemia de Covid-19 batía récords mundiales de esperanza de vida? Aunque el énfasis en la prevención de graves enfermedades como la producida por el coronavirus SARS-CoV-2 o el cáncer está completamente justificado, la primera causa de mortalidad sigue correspondiendo a las enfermedades cardiovasculares. La longevidad, además, plantea la problemática de la calidad de vida en la tercera edad, afectada por trastornos prevalentes como el alzhéimer.
Se trata, además, de males que colaboran el uno con el otro: la relación entre los problemas arteriales y los neurodegenerativos en los mayores es conocida por los investigadores. Pero, ¿podría estar esta interacción ocurriendo antes, en las décadas previas en las que se gesta el Alzheimer, y podrían los indicios más sutiles de la enfermedad cardiovascular ayudarnos a frenarlos a ambos a tiempo? Es lo que investiga Marta Cortés Canteli y su equipo del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), un proyecto que acaba de recibir el impulso de una de las prestigiosas Becas Leonardo que concede la Fundación BBVA.
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