Es muy doloroso porque ves como una persona tan joven, con un cuerpo ágil, quiere correr y no puede; quiere coger el móvil pero no sabe para qué. Ya no se afeita, ni siquiera quiere que nos acerquemos a ducharlo o vestirlo. Y más cuando ves como no se reconoce ante el espejo”. Con esta palabras relata Dalmira Guerrero, a cuyo marido Antonio –de 55 años– le diagnosticaron alzhéimer hace más de cinco, el especial sufrimiento que supone para una familia cuando esta enfermedad aparece de forma temprana.
Lo que sufre Antonio se conoce como Alzheimer precoz o Alzheimer de inicio temprano. Se trata de una variante de la enfermedad, bastante desconocida por la población, en la que el inicio del deterioro cognitivo propio de este trastorno neurológico comienza antes de los 65 años.
“La mayoría de casos de alzhéimer son más allá de los 65 años, pero no es raro que haya gente más joven que empiece con Alzheimer precoz”, explica a El Confidencial Marc Suárez-Calvet, neurólogo e investigador del Barcelona Beta Brain Research Center (centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall). El especialista señala que cualquier persona tiene papeletas de padecer un Alzheimer precoz, aunque no tiene una alta incidencia en la población, y que solo de “manera excepcional está determinado genéticamente”.
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