¿Se imagina que algún día pueda llegar a vivir más de 200 años sin sufrir un cáncer, alzhéimer o cualquier otra enfermedad asociada a la vejez? Si algún día esto es posible, sepa que se lo deberá a las ballenas. No a todas, sino a una especie en concreto, la Balaena mysticetus o ballena de Groenlandia, que vive en los mares árticos y que mide hasta 18 metros. En sus genes se encuentra el secreto de la longevidad saludable. O al menos eso cree un equipo de científicos liderados por la Universidad de Liverpool que ha secuenciado el genoma de este descomunal cetáceo en una investigación que aparece en la revista Cell. Su mapa genético es aún un jeroglífico para los investigadores, a los que les espera un largo trabajo por delante para descifrar su misterio y relacionarlo con la salud humana, pero las primeras piezas del puzle ofrecen ya alguna pista más que interesante, como el hallazgo de genes específicos relacionados con la división celular, la reparación de la herencia genética o los procesos de envejecimiento, un prodigio en un animal que tiene mil veces más células que cualquier humano.
En este entramado genético destaca el hecho de que la ballena posee dos copias del gen PCNA, el encargado de reparar los daños en el genoma, lo que puede estar relacionado directamente con la longevidad de este mamífero y su muy baja propensión a padecer cáncer, una circunstancia reseñable si se tiene en cuenta que en los humanos los tumores suelen ser un pago por hacernos viejos.
Los extraordinarios genes de la ballena serán introducidos ahora en ratones, el siguiente paso con el que los investigadores quieren verificar su importancia en la resistencia a enfermedades. Pero para desvelar los secretos de la longevidad aún será necesario descifrar el genoma de otras especies que se caracterizan por vivir muchos años y hacer una comparativa entre ellos.
De momento, los científicos de Oxford tienen trabajo para una larga temporada con los genes de la ballena boreal. «Si descubrimos sus secretos, quizás nos sea posible transmitir esas conclusiones a los humanos para combatir enfermedades relacionadas con la edad», explica Joâo Pedro de Magallhâes, el principal autor de un estudio en el que España también ha participado. Lo ha hecho el grupo de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo dirigido por Carlos López-Otín, un referente mundial en la investigación del envejecimiento y el cáncer.
Cáncer y envejecimiento
Víctor Quesada, uno de los miembros del equipo ovetense advierte que «la complejidad de la información que guarda el genoma de la ballena hace que cualquier conclusión deba ser revisada experimentalmente», aunque, en declaraciones a la agencia Efe, también se ha mostrado esperanzado en que esta información «guíe futuros trabajos sobre envejecimiento y cáncer al examinar ambos procesos desde el punto de vista evolutivo».
Quesada confía, sobre todo, en que el estudio de las dos copias del gen PCNA pueda ofrecer claves importantes para «entender el envejecimiento y el cáncer y la relación entre ambos procesos».
El primer genoma de una especie de ballena también podría arrojar información sobre sus adaptaciones fisiológicas en relación con el tamaño. Por ejemplo, sus células tienen una tasa metabólica más baja que las de mamíferos menores.
Fuente: lavozdegalicia.es