Tras las vacaciones, sus cursos sobre alzhéimer y el nuevo centro de la asociación alfareña son los retos de ADA-Alfaro.
-¿Cómo confeccionan el temario?
-Los temas se eligen a partir de lo que observamos a lo largo del año en los talleres diarios con los pacientes. Vemos las necesidades de las familias en las terapias de grupo con los cuidadores y dependiendo de las dudas que surgen, de las que plantean hacemos el temario.
-Incluyen el duelo. ¿Es diferente el de un enfermo de alzhéimer?
-Sí, porque son dos duelos, y uno empieza en vida con la pérdida continua de la persona que has querido. Y tienes que aprender a quererle de una forma diferente.
-La Asociación ha superado su primera revisión tras obtener el año pasado la certificación UNE 158201:2007 que regula la calidad en los servicios para la promoción de la autonomía personal en la gestión de centros de día y noche. ¿Qué supone este nuevo paso?
-Tras acreditarnos el año pasado, demuestra a voz abierta a toda la gente que es un centro de calidad, que cumple la normativa y trabaja dentro de unos parámetros. En realidad, nuestra forma de trabajar no ha cambiado mucho, más allá de registrar algunas cosas que antes no anotabas. De hecho, nos dicen que hacemos más de de lo que exige el plan.
-¿Seguirá en el nuevo centro?
-Sí, porque es nuestra manera de trabajar: queremos tener pleno conocimiento del paciente para, en todo momento, saber qué tenemos que modificar ante una enfermedad muy cambiante y poner las herramientas necesarias.
-¿Cómo se preparan para estrenar centro con triple de capacidad?
-¡Es una locura! La asociación tiene que acondicionarlo, por lo que ha sido previsora y lleva tiempo haciendo acopio de material con ayudas de uno y otro sitio. Desde 1997 en que se fundó la asociación, el reto ha sido tener un centro de día en el que podamos atender la enfermedad por fases.
-¿Hay expectación en las familias?
-Sí, porque hay muchos pacientes en sus domicilios. Las familias tienen muchas ganas, pero los que más son los enfermos. Su acondicionamiento va a ser un nuevo mundo para ellos.
Fuente: La Rioja