Cesta de la compra

{{#if has_items}}
{{#each line_items}}
{{ full_title }}
{{ quantity }}
{{{ subtotal_human }}}
{{/each}}
Subtotal {{{ subtotal_human }}}
{{#if coupon_name}}
Cupón de descuento {{ coupon_name }} - {{{ coupon_discount_human }}} x
{{/if}} {{#if donation}}
Donación {{{ donation_human }}}
{{/if}}
{{#if shipping_handling_left_for_free}}
(Te quedan {{{ shipping_handling_left_for_free }}} para que el envío sea gratis)
{{/if}}
{{#if tx_okstock}} Envíos en 72h. {{/if}} {{#if delivery_date}} El pedido te llegará el {{ delivery_date_human }} {{/if}}
Total {{{ total_ceafa }}}
{{else}}
Actualmente no tienes nada en la cesta de la compra. Ir a la tienda.
{{/if}}

El Alzheimer y el Derecho de la vejez

El ayuntamiento de Valladolid ha acordado en el pleno priorizar la atención de los enfermos de Alzheimer solos. Es una magnífica noticia, frente al hecho del aislamiento y la soledad de nuestros ancianos. La vejez aparece ahora como un nuevo problema por el aumento de la longevidad y la generalización de enfermedades que antes aparecían como raras o marginales. Es verdad que con anterioridad, en las generaciones de nuestros padres y abuelos, la estructura y los hábitos familiares --el papel de la mujer en el hogar y como cuidadora-- mitigaban los efectos de determinadas situaciones. Pero eso resulta hoy completamente insostenible y la nueva realidad social intenta también que los mayores tengan en la medida de lo posible un importante grado de autonomía. El problema está en que cuando son dependientes, es preciso contar con un apoyo necesario. La crisis y los recortes han agravado la situación con la rebaja de las ayudas a la dependencia.
 
En las últimas décadas, el Derecho ha ido desarrollando instrumentos de protección y de apoyo a la vejez. Pionera en estas investigaciones ha sido una profesora argentina vinculada con la Universidad de Valladolid, la profesora de la Universidad Nacional de Rosario María Isolina Dabove. Cuando el tema era aún una materia poco considerada, allá por el año 1998, Isolina Dabobe defendió su tesis doctoral en la Universidad Carlos III de Madrid y la publicó años después bajo el título de “Los derechos de los ancianos”. Hoy ha conseguido que en diversas universidades argentinas (Córdoba, Rosario, Buenos Aires Capital, Provincia de Buenos Aires) se hayan creado, bajo su impulso, cátedras y grupos de estudio del Derecho de la vejez que se ocupan y se preocupan por la protección de los mayores y que otros investigadores hayan seguido el camino para no quedarse atrás en otras universidades argentinas.
 
En España la tendencia parece ser más reciente. La investigadora argentina mencionada organizó hace unos años (2010) un congreso sobre la materia en el prestigioso Instituto de Sociología de Oñati (en Guipúzcoa) y allí fuimos invitados, entre otros, diversos investigadores de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valladolid (http://dialnet.unirioja.es/ejemplar/298823). Ahora se ha creado aquí un grupo de investigación sobre personas vulnerables. Bienvenido sea. Vulnerables son también muchos colectivos sociales excluidos que reclaman su reconocimiento.
 
En el caso de los ancianos, su vulnerabilidad es harto singular. Preparando hace unos pocos años uno de los trabajos sobre la protección internacional de los mayores incapaces, me encontré en una novela un texto muy revelador, que siempre recuerdo desde entonces. Un texto que, refiriéndose a un famoso pintor norteamericano postvanguardista, de Kooning, expresa bien hasta qué punto se produce la soledad y la explotación de los ancianos:

Un día vas a tener Alzheimer, de Kooning, pero les va a dar igual. Indiferentes a tu transparencia angelical, la transparencia de quien ya ha empezado a irse de la vida, te sentarán delante de un lienzo, rodeado de brochas, pinceles y pigmentos. Tú no los reconoces, no reconoces a tus hijos, a tus mujeres, son ellos los que te hablan desde aquí. Pinta, viejo maldito, haz más dinero, te dirán. Tú te callas porque ves lo que ellos no pueden ver. En el lienzo harás brotar los cuerpos femeninos, los ojos y los dientes, aquellas sonrisas torvas, y las formas y colores que tanto les inquietaban, pero que aprendieron a amar, porque les proporcionaban unas cantidades delirantes de dinero. Les pondrás nerviosos cuando llegue el momento de firmar. Firma, viejo idiota. Te veo babeando, mientras retiran los lienzos, las cuentas numeradas en Suiza, todo muy despacio, porque sólo de pensar en lo que van a ganar se corren. ¿Lo ves? Por haber vivido tanto. Yo seguiré el consejo de Nietzsche. Me quitaré de en medio antes de que sea demasiado tarde.
 
Responder a esta nueva realidad es perentorio. Que la mayoría actual del Ayuntamiento tenga la sensibilidad y la decisión política de tomar medidas es más que digno de elogio.

Fuente: ultimocero.com

Con la colaboración de