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“El arte modifica la biología humana"

Cuando era niño tenía un vecino de mi edad, diez años, con parálisis cerebral profunda que pasaba las tardes con mi abuela y conmigo porque sus padres trabajaban.

¿Y cómo pasaban la tarde?

Yo tocaba el piano y él se sentaba a escucharme, muy tranquilo. Siempre me pregunté cómo sentiría la música. Luego el niño murió y dejó un vacío. Yo tenía claro que él sentía la música, pero también que de alguna manera habíamos conectado a través de ella.

¿Esa fue la semilla?

Sí, muchos años después utilicé la música y otras artes para mejorar las condiciones de vida de personas con problemas de salud mental.

¿Qué ha averiguado?

Que a través del arte se puede conseguir que florezca la subjetividad de cada individuo.

Pero la subjetividad florece sola, es nuestra manera de ir por el mundo.

Sí, domesticada y adiestrada , y en el caso de los enfermos mentales o con demencia, anulada con fármacos.

¿Hay alternativa?

A diario veo como personas con esquizofrenia que están encogidas, frustradas y aisladas se expresan a través del arte y recuperan el contacto con ellas mismas y con los demás. Es­tamos coordinados con investigadores, cien­tíficos y universidades internacionales que ­estudian el impacto de la música, la danza y el arte en el cerebro y en el sistema nervioso.

Hábleme de esos estudios...

Hay muchísimos... Las nuevas técnicas de ­observación del cerebro han permitido comprobar como el ritmo nos apacigua. Niños con déficit de atención e hiperactividad sometidos a ritmos de percusión consiguen centrar su atención. Pero no hay que reducir al ser humano a procesos biológicos.

Por supuesto.

Nuestros pacientes con parkinson llegan a controlar los temblores mediante ejercicios de danza contemporánea; y pacientes con alzheimer cuyas funciones cognitivas y motoras están muy deterioradas logran expresarse.

¿Cómo es posible?

Parece que la memoria musical es la última que desaparece en caso de demencia, si es que desaparece, porque el problema no es que la memoria se destruya, sino el acceso a ella. Y si estudias la pintura también ves resultados. ¿Conoce al pintor Willem de Kooning?

Murió de alzheimer.

Pero pintó hasta el final. La pintura le permitió seguir en contacto con el mundo. El arte tiene un impacto en la biología humana, la modifica.

¿Dónde aplica sus programas?

Llevamos el neuroarte a hospitales psiquiátricos, donde capacitamos al personal; a asilos y a distintas comunidades en Latinoamérica donde la situación de los ancianos es catastrófica.

Ser anciano hoy es catastrófico.

Tenemos un programa en la frontera de México con EE.UU., donde acaban sus días miles de personas que intentaron cruzar y no lo consiguieron, que han sido deportadas o abandonadas ahí por sus hijos y viven en las calles o hacinadas en centros. Una mala película de Fellini.

...

En Chile tenemos un proyecto con la Universidad de Valparaíso para atender a los ancianos de la ciudad. Los cambios en el comportamiento en ambas comunidades son muy notables.

Sólo la atención que les profesan ya debe de mejorarles.

Durante mucho tiempo nos hemos dedicado a estudiar y tratar las enfermedades sin tener en cuenta el conjunto de la persona, pero no somos una máquina en la que las piezas se pueden etiquetar, arreglar o sustituir. El platonismo ha hecho mucho daño.

¿En qué sentido?

La creencia en verdades absolutas ha formado una sociedad neurótica y autoritaria que lleva a los individuos a perseguir una serie de valores sin los cuales creemos que la felicidad no es posible. El resultado es la enfermedad mental: según las últimas estadísticas de la OMS, uno de cada cuatro tiene problemas de salud mental.

¿Cuál es la alternativa?

Hay que tener fe en el humano. Hoy la idea fundamental es que somos débiles, y se nos presenta un modelo ideal que no incluye la rareza, la diferencia, la timidez o la tristeza como válidos, los incluyen en el término depresión.

Eso implica tratamiento.

...A su vez, la depresión se reduce a un problema de neurotransmisores, por lo tanto no eres tú el melancólico, son tus neuronas, pero puedes funcionar con un fármaco, así dejas de ser un sujeto y te conviertes en un objeto mucho más manejable. Yo creo que es tiempo de recuperar al sujeto.

¿Valorando la diversidad?

Sí. Una sociedad que abandona a sus ancianos no tiene futuro. La diversidad es riqueza, esa es la fuerza de lo humano. Pero hoy los que no responden al estereotipo son apartados, y la zona del cerebro donde se procesa el dolor físico es la misma en la que se procesa la exclusión.

¿La exclusión social duele como duele un puñetazo o una puñalada?

Sí, la exclusión afecta a la biología. A una persona que vive en la calle, que acaba hablando sola o haciendo gestos violentos la calificamos de loca, pero en realidad es una persona con un dolor terrible. Tenemos que encontrar vías para comunicarnos con el otro, lo necesitamos.

Fuente: lavanguardia.com

Con la colaboración de