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El Chuac impulsa la creación del primer biobanco de cáncer de cérvix

Los patólogos aspiran a reunir la colección de muestras más importante de España

Esta sería solo una de las partes en desarrollo del biobanco del Chuac, que ha experimentado un nuevo impulso y está recibiendo ya material cedido por cientos de pacientes. «Si los servicios siguen recogiendo, podemos convertirnos en uno de los principales biobancos del país, por cantidad, calidad y diversidad, porque este hospital tiene de todo y hace de todo», añade Concha, quien señala que un centro como el coruñés, con actividades de referencia, «está obligado a tener un buen biobanco» que supere la dependencia de los grupos de investigación de colecciones de muestras propias.

 

Tumores infantiles

Terrenos a los que apunta, además del vinculado con el cáncer de cuello de útero, son, por ejemplo, el de los tumores infantiles, ya que no existen demasiadas oportunidades de conseguir tejidos para realizar estudios.

Para impulsar el desarrollo del biobanco, se trabajó en el diseño de aplicaciones informáticas ajustadas a las necesidades. El coruñés, se caracteriza por contar con muestras líquidas, sueros, plasma, sangre, líquido cefalorraquídeo... pero también muestras tisulares, tejido tumoral y no tumoral. Cada consentimiento informado supone la integración de muchas muestras que, además, con la tecnología actual permite, por ejemplo, extraer ADN, ARN, proteínas...

 

La propiedad, del paciente

«Si se conserva ADN de las momias de Egipto, se pueden conservar muestras eternamente», concluye Concha sobre las posibilidades de cooperar al avance de la medicina.

El material biológico tiene importancia científica, pero también ética y legal. La propiedad es del paciente, el hospital solo ejerce de custodio, y «hay que asegurarle que todo lo que necesite para su diagnóstico y tratamiento lo vamos a conservar con fines asistenciales, y solo el excedente será para investigación», indica el especialista.

«El espíritu de los biobancos es la generosidad, una misma muestra puede emplearse para el estudio del cáncer o del alzhéimer, por todo investigador y, además, al paciente le pueden servir, por ejemplo, para analizar el efecto de una novedad terapéutica», señala Concha. Tenerlo significa contar con la infraestructura necesaria para conservar con garantías y durante todo el proceso el material y, además, ponerlo a disposición del avance científico, ya que el biobanco no solo integra todas las muestras, independientemente de su ubicación física, sino la información clínica asociada, bajo estrictos criterios de confidencialidad y jerarquización y con un sistema de trazabilidad y bioseguridad. «Es algo más que un reservorio, porque se puede utilizar, por ejemplo, para un medicamento biológico. No solo te doy un trozo de cáncer para que investigues, sino toda la información asociada», describe.

 

Consejo rector y comité ético

Dados esos datos, el equipo está obligado a vigilar que su uso sea en «proyectos que merecen la pena, serios y acreditados y siempre dejando una pequeña parte por si el paciente lo llegase a necesitar». Por ello se ha creado un consejo rector, que implicará a los propios servicios en la toma de decisiones, y aquel grupo investigador que solicite el acceso ha de pasar su proyecto primero por el comité de ética autonómico, y posteriormente por el comité científico, que determina qué muestras y en qué condiciones se facilitan.

Es por ello que Concha agradece el esfuerzo de «todo el personal» de los servicios, clínicos y quirúrgicos, para obtener el consentimiento, porque «nadie gana con esto más que el buen sabor de hacer algo generoso que beneficia a la medicina en general».

La parafina conservó el virus de la gripe española

Los estudios de investigación se realizan inicialmente con ratones o cultivos celulares, pero cuando se llega a la fase de comprobar su aplicación humana, son necesarias las muestras. Antes de la puesta en marcha de los biobancos, en gran medida se guardaron, en parafina, en los servicios de anatomía patológica. Valga como ejemplo que el virus de la gripe española se identificó en los frotis nasales conservados y «hoy podemos estudiar su genética», recalca Concha. Algo similar sucedió con las biopsias de los que sufrieron las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Todo ese material «era una riqueza sin organizar, se fue guardando donde se podía» y no siempre en las condiciones más adecuadas. De los bloques de parafina entonces no se podían extraer grandes conclusiones, pero hoy las nuevas tecnologías permiten analizar hasta el ADN.

Cuando se constituyó el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, se hizo patente la necesidad de crear una red de biobancos, que recibió dos impulsos legislativos en el 2007 con la ley de investigación en biomedicina y en el 2011 con el decreto que desarrolló su funcionamiento.

Concha vivió de cerca y participó en todo el proceso, ya que cuando trabajaba en Andalucía, en el Hospital Virgen de las Nieves, impulsó el entonces denominado banco de tumores y en 2004 fundó el de células madre, el tercero de Europa con líneas celulares embrionarias, del cual derivó la unidad de terapia regenerativa. Dos años más tarde, el especialista formó parte del programa para el banco de ADN.

Con la experiencia acumulada, cuando en el 2013 llegó al Chuac, el jefe de Anatomía Patológica retomó el impulso al biobanco del Chuac, que formará parte de la red gallega con los del Chus, Chuvi (que integrará también al de Ourense), y Lucus Augusti.

Fuente: lavozdegalicia

Con la colaboración de