Trinidad tiene 87 años pero se comporta como una niña de 5 años. Cada vez que ve el telediario pregunta cuándo podrá volver al cole. Y el cole no es otro que el centro de día de la Asociación de Alzheimer San Rafael donde acudía ilusionada cada mañana desde hacía tres años. Ahora está en casa, confinada por el estado de alarma del coronavirus. Trinidad no es capaz de recordar qué ha desayunado hoy pero por las noches canta villancicos o el «Cara al sol» y se los sabe al dedillo. Su hija María José Baena ha colgado la bata de auxiliar de clínica en el centro Castilla del Pino para acogerse al decreto que le permite cuidar de su madre, enferma de Alzheimer, en su casa.
María José intenta mantener la rutina cada día, excepto por salir a la calle, sólo va rápidamente una vez por semana al supermercado. Ha abandonado su casa para ir a cuidar de su madre en la suya, donde viven con dos yorkshire que adoran a Trinidad. Los dos perros van cada noche a la cama de su madre para darle las buenas noches, asegura su hija, que cree que tienen un vínculo muy especial con ellos.
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