La mala calidad del sueño en personas de edad avanzada se asocia con aterosclerosis más grave en el cerebro, así como una mayor carga de deficiencia de oxígeno tisular en el cerebro (infartos), lo que puede contribuir al riesgo de accidente cerebrovascular y deterioro cognitivo, según concluye una investigación publicada en ‘Stroke’, la revista de la Asociación Americana del Corazón, informa Europa Press.
La relación entre la enfermedad cardiovascular y el llamado sueño «fragmentado» se ha estudiado en el pasado, pero esta investigación examina específicamente de una asociación entre la fragmentación del sueño y medidas microscópicas detalladas de los daños de los vasos sanguíneos y los infartos en el tejido cerebral en la autopsia de los mismos individuos.
El sueño fragmentado se produce cuando el sueño es interrumpido por despertares o excitaciones repetidas. En este estudio, el sueño fue interrumpido en promedio casi siete veces por hora.
Los investigadores examinaron los cerebros de autopsias de 315 personas (de una media de 90 años y el 70 por ciento de ellas mujeres) que se sometieron al menos durante una semana completa a monitorizaciones diarias del descanso o la actividad, de las que se cuantificaron la calidad del sueño y los ritmos circadianos. En total, el 29 por ciento de los pacientes había sufrido un derrame cerebral, mientras que el 61 por ciento tenía síntomas de daños moderados a graves en los vasos sanguíneos en el cerebro.
Los científicos encontraron que una mayor fragmentación del sueño se asoció con un 27 por ciento más de probabilidades de tener arteriosclerosis severa. Además, por cada periodo adicional de dos despertares durante una hora de sueño, los investigadores informaron de un aumento del 30 por ciento en las probabilidades de que los individuos tuvieran signos visibles de falta de oxígeno en el cerebro.
Estos resultados fueron independientes de otros factores de riesgo cardiovasculares, como la masa corporal, los antecedentes de tabaquismo, la diabetes y la hipertensión, u otros trastornos médicos, tales como la enfermedad de Alzheimer, el dolor, la depresión o la insuficiencia cardiaca, dicen los investigadores.
«Las formas de lesión cerebral que observamos son importantes porque no sólo pueden contribuir al riesgo de accidente cerebrovascular, sino también a disfunción progresiva cognitiva crónica y motora», añade Andrew Lim, investigador principal y profesor asistente de Neurología en la Universidad de Toronto y neurólogo y científico del ‘Sunnybrook Health Sciences Center’, en Toronto, Canadá.
«Sin embargo, hay varias maneras de ver estos resultados: la fragmentación del sueño puede afectar a la circulación de la sangre al cerebro, la mala circulación de la sangre al cerebro puede causar fragmentación del sueño o ambas pueden ser causadas por otro factor de riesgo subyacente», añade.
Los hallazgos sugieren que la poligrafía del sueño potencialmente puede ser otra manera de identificar a las personas mayores que pueden estar en riesgo de accidente cerebrovascular, pero es necesario seguir trabajando para aclarar varios puntos: si el daño de los vasos sanguíneos del cerebro es una consecuencia o causa de la fragmentación del sueño; el papel de contribuidores específicos a la fragmentación del sueño como apnea del sueño y los mecanismos biológicos subyacentes.