«¿Cómo quieres que te dé mi teléfono si no me acuerdo del número?». Senén, como prefiere que lo llamen, tira de socarronería para hablar de su enfermedad. Tiene 63 años y hace cinco que le han diagnosticado alzhéimer, mucho más que la enfermedad del olvido. Aparentemente ninguna señal lo delata. «Está mucho mejor que cuando lo diagnosticaron», advierte su hermano, aunque es consciente de que su evolución es irreversible.
Senén cuenta su historia en el Centro de Referencia Estatal de Personas con Alzhéimer y otras demencias de Salamanca, donde ayer se celebró el primer encuentro «Periodismo y alzhéimer». Senén no quiere ni mantenerse en el anonimato ni que sobre su enfermedad se mantenga el silencio.
Prefiere que se hable de ella, de sus consecuencias, de los avances en investigación o en terapias que mejoran la calidad de vida de los usuarios. De esperanza. «Ya sabemos -dice- que no ha habido ningún avance real en el tratamiento farmacológico, pero sí mucho a nivel de diagnóstico. Queremos que se hable de nosotros, y no solo el Día Mundial del Alzhéimer, porque si tenemos difusión en los medios todo el mundo arrimará un poco más el hombro».
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