Con el pleno convencimiento de que el envejecimiento de la población es una realidad manifiesta y con una clara vocación investigadora, el equipo de Atención Primaria del Centro de Salud de Calasparra acaba de presentar en el congreso nacional de la Sociedad Española de Médicos Rurales y Generalistas, celebrado en Santiago de Compostela, un estudio para conocer la realidad de las personas que residen en residencias geriátricas. Y una de las conclusiones hace mención a que «la existencia de una problemática social que condiciona a la persona para vivir en su domicilio es el motivo fundamental para el ingreso en una residencia geriátrica, muy por encima de la patología neuropsiquiátrica y de una situación de dependencia física». El estudio se expondrá también en Praga el próximo año, tras su estreno internacional en Copenhague.
En concreto, el régimen de ingreso puede ser, indistintamente, público o privado, y el motivo suele ser por una problemática social (48,75% frente a 24,6% dependencia física o 25,8% enfermedad neuropsiquiátrica).
El ambicioso proyecto de un equipo multidisciplinar, dirigido por el médico abaranero José Antonio Pascual López, permitió entrevistar a casi 600 pacientes en distintas residencias geriátricas de la Región, como Cieza, Calasparra, Altorreal (Molina) y Puente Tocinos (Murcia), además de Redován (Alicante). Los autores del estudio incluyeron a personas con distintos perfiles; público o privado; y de ámbito rural o urbano.
El trabajo recoge aspectos como género, edad, estancia media, estado civil, hijos, motivos del ingreso, financiación, grado de dependencia y patologías asociadas: alzhéimer, trastornos psiquiátricos, enfermedad cerebrovascular. También se detalla el uso de pañales y psicofármacos.
Aumenta la edad de ingreso
Entre las conclusiones del estudio se destaca que la mujer es más autónoma que el hombre. De hecho, ingresan más tarde, muy probablemente en relación con el mayor grado de autonomía que les proporciona el desempeño de las actividades básicas de la vida diaria (cocina, limpieza, etc). No obstante, este ingreso tardío tiene como consecuencia una mayor dependencia y un mayor porcentaje de demencia en general, y del alzhéimer en particular.
Igualmente, la edad de ingreso en una residencia «va aumentando con el tiempo, en relación con el aumento de esperanza y de la calidad de vida que ha ido experimentando la población». No existen diferencias significativas en cuanto a la estancia media atendiendo al motivo de ingreso. Los residentes que lo hacen por motivo social tienen menos hijos y suelen ser divorciados o solteros.
Así, el perfil del residente medio es una mujer (63%), con 82 años de edad y lleva cuatro institucionalizado. Está, mayoritariamente, en situación de viudedad (51,21%) frente a 14,6% de casados; 25,8% de solteros y 8,3% de divorciados. Y no tiene hijos o solo uno. Aquellos que presentan algún tipo de deterioro cognitivo patológico alcanzan el 55,88%, de los cuales un 22,93% de los residentes tienen alzhéimer; un 12,72% han sufrido un ictus y el 34 % algún tipo de trastorno psiquiátrico. Por otra parte, casi el 60% presenta una dependencia severa total; más del 70% usan pañales; y el 75%, psicofármacos.
Fuente: laverdad.es