El famosísimo concertista de piano James Rhodes confesaba hace unos meses en sus memorias que había sido violado a los 6 años y que después había estado internado en un psiquiátrico, caído en las drogas y el alcohol e intentado suicidarse en cinco ocasiones. Afortunadamente, la música llegó al rescate. «La música me ha salvado la vida de una forma muy literal, y creo que también la de un montón de personas más. Ofrece compañía cuando no la hay, comprensión cuando reina el desconcierto, consuelo cuando se siente angustia, y una energía pura y sin contaminar cuando lo que queda es una cáscara vacía de destrucción y agotamiento». ‘Instrumental’, editado por Blackie Books, se convirtió así en un bestseller y en todo un ejemplo de vida.
No a todo el mundo la música le ha salvado la vida, eso está claro, pero sí ayuda a que mantengamos la salud e, incluso, a que nos recuperemos de una enfermedad, o en el peor de los casos a que la sobrellevemos mejor. Y eso es algo que los hospitales han venido experimentando en los últimos años. Según la responsable del Departamento de Musicoterapia y Directora del Equipo Psicosocial de la Unidad de Hematología y Oncología Pediátrica de HM Hospitales, Camino Bengoechea, «la música nos conecta con nuestro yo sano, con nuestra experiencia previa a la enfermedad y con todo aquello que somos, que hemos vivido... porque la música forma parte de nuestras vidas desde que nacemos. Cuando estamos enfermos nuestra parte física enferma, pero no lo hace toda nuestra persona, y la música nos permite conectar con nuestra parte física, y también con la psíquica, la social y la espiritual. Por ello, la musicoterapia emplea experiencias musicales para obtener objetivos terapéuticos».
Los beneficios de esta terapia tienen su reflejo pues en varios prismas. La música, desde su dimensión puramente física, permite que nuestro cuerpo experimente sensaciones agradables o desagradables. Más allá de ser una percepción subjetiva, el ruido tiene efectos nocivos para la salud. «Entrar en una unidad de cuidados intensivos donde el ruido de las máquinas y las bombas de infusión de medicinas es minimizado por el sonido de una música, de unas voces delicadas, tranquilas y suaves, tiene una repercusión poderosísima en los pacientes», afirma Bengoechea. Además, la música ayuda a mejorar la atención, la memoria, la coordinación, etcétera. Mientras que tocar música pone en juego multitud de variables físicas y cognitivas y eso hace que sea una poderosa herramienta de estimulación y rehabilitación.
Platón decía que la música es la rehabilitación del alma. La doctora Blanca López-Ibor, directora de la Unidad de Hematología y Oncología Pediátrica del Hospital, afirma que igual que nuestros músculos necesitan rehabilitación cuando enfermamos también lo necesita nuestra alma. Y es que la música tiene esa capacidad de conectar con nuestra emoción y trabajar en ella. Así el musicoterapeuta va a utilizar la música y la relación que establecemos con ella para crear experiencias que nos permitan poder navegar en la tristeza, la alegría, el enfado, la esperanza, la rabia, el miedo. «En ese momento la música nos va a mostrar qué nos lleva a esa emoción y nos dice de qué está hecha, cómo ha llegado a nosotros y cómo podemos experimentarla y salir de ella con seguridad. También nos permite revivenciar experiencias pasadas cargadas de contenido emocional. La música nos acompaña, nos habla, y nos hace sentir y, además, nos da una manera diferente de estar, una nueva actitud mas favorable para la salud», explica.
Sound healing
Visto que nuestro cuerpo es capaz de discernir entre los sonidos beneficiosos y perjudiciales y responder a ellos en conformidad podemos pues utilizarlos para alcanzar el bienestar. Como fuente de energía, puede utilizarse el sonido como medio para el cambio en la consciencia, como ayuda en la concentración, la relajación, el aprendizaje y la creatividad, para equilibrarnos emocionalmente y para aumentar la comprensión de los estados psico-espirituales. En caso de producirse un desequilibrio en los parámetros normales del cuerpo (ya se trate de un órgano específico o de un sistema en concreto), podemos utilizar el sonido en una de sus formas o combinaciones como ayuda para el restablecimiento de la homeostasis, aliviar el dolor o acelerar la curación. De todo esto trata el sound healing.
José H. Pastor y Guillermo González Coll (Akash Sound Spirit) son expertos en esta novedosa forma de terapia a través de la música y la voz destinada a la sanación en el sentido más amplio. «Nosotros trabajamos con la vibración musical para restablecer el equilibrio en cada persona. De este equilibrio y de la relajación emana la salud. No es algo que podamos entender como curación en el sentido occidental, porque no se trata de quitar un dolor de cabeza en un instante, por ejemplo, sino de trabajar el campo energético, físico-emocional y espiritual, y a través de esta búsqueda del equilibrio tener menos enfermedades».
A nadie se nos escapa que en una sociedad como la nuestra, donde impera el estrés causante de tantos males que van desde las enfermedades cardiovasculares a la depresión, es necesario, en primer lugar, lograr relajarse. Por ello, en las sesiones grupales de Akash Sound Spirit, se abordan aspectos más generales. «Son más preventivas de enfermedades en cuanto a que se intenta evitar el estrés con los efectos calmantes del sonido. Como todos sabemos el estrés es la puerta principal de la enfermedad así que ahí es donde incidimos y no en el síntoma concreto», afirma Pastor. Para lograr esa calma necesaria se deben trabajar frecuencias sonoras concretas, algo que se puede llevar a cabo gracias a determinados instrumentos y cantos, como los mantras hindúes. «Como profesor de yoga mi primera aproximación fue desde los mantras porque son patrones vibracionales ya diseñados con ese fin curativo, pero como musicólogo fui viendo que hay otros cantos, como el gregoriano, que nos sirven también en las sesiones. Es lógico porque son igualmente cantos meditativos», explica.
Pero, ¿es verdad que hay un instrumento para ‘sanar’ cada parte del cuerpo? Pues aunque es cierto que cada chakra (centro que absorbe y distribuye la energía por el organismo para que pueda llevar a cabo sus funciones físicas, emocionales, mentales y espirituales) tiene su vibración y tono determinado, todo depende de muchos factores. Como explica el maestro de reiki Guillermo González: «En general la música cuanto más grave y más rítmica es más afecta a los chakras inferiores que se conectan con temas relacionados con la supervivencia, la seguridad, la alegría, la sexualidad.... Al subir en agudos y perder ritmo, se accede a chakras superiores: amor, intuición, espiritualidad... Pero esto no es una regla, ya que la forma de tocar o de cantar, la intención que se ponga a la hora de interpretar... afectan también directamente a qué chakra se dirige el sonido».
En las sesiones individuales que imparten, tanto González como Pastor perciben cómo se siente la persona en cuestión, y eso es algo a lo que ellos están acostumbrados por la cantidad de años que llevan desarrollando la intuición a través del reiki y del yoga. De hecho, aseguran que muchas veces es mejor que la persona no diga lo que le sucede, porque suele errar en su diagnóstico. «Preferimos empezar a tocar según su energía nos pida unas músicas u otras y siempre funciona. Es una forma de lenguaje que está ahí, todo el mundo puede desarrollar la intuición para captarlo».
Y qué sucede cuando una persona tiene una enfermedad concreta y acude a ellos. En primer lugar hay que tener en cuenta que cuando un paciente se interesa por algo tan novedoso como el sound healing es o porque le ha fallado la medicina convencional o porque intuye que hay algo más y quiere apoyar su tratamiento con otra terapia. «Muchos son conscientes de que necesitan trabajar su mente, sus emociones y su espíritu y, tras las sesiones, se sienten mejor y encuentran resultados que van más allá de los beneficios estrictamente físicos o emocionales. Además, la mayoría acaba adoptando una nueva perspectiva de su enfermedad y de paso goza de todos los beneficios que ya está demostrado que tiene la meditación. También hay que tener en cuenta que desde el punto de vista de la medicina oriental toda dolencia física es una cristalización de un desequilibrio emocional», explican.
Para concretar más. Por ejemplo, ¿cómo se trata una depresión? «Una persona con depresión normalmente es una persona con una maraña mental importante, así que lo primero que intentamos es que esa maraña se relaje, desbloqueando el estrés y la confusión emocional. Para ello intentaremos limpiar y equilibrar el campo energético (físico, mental y emocional) para posteriormente poder abordar con el sonido aspectos de salida para su dolencia, como son su discernimiento, su poder personal o su intuición. Eso sí, hay que saber que lo que trabajamos son los orígenes de las enfermedades, así que el tratamiento dependerá de la causa que la haya originado y de la emoción que esté operando en ese momento», afirma Pastor.
En pacientes concretos
«En las sesiones que hacemos con personas autistas que tienen una comunicación mínima con el mundo exterior, además de la habitual sesión de sound healing hacemos una segunda parte dedicada a que experimenten con los instrumentos. Los resultados son increíbles. Es asombroso ver a estas personas que no hablan y apenas comunican sus sentimientos bailar, reírse, emocionarse... reacciones habituales en las sesiones de sound healing pero que aquí resultan aún más emocionantes y significativas», agrega González.
Y es que como evidencia Bengoechea, «hoy tenemos muchos artículos que relatan la práctica de la musicoterapia en trastornos de comunicación como el autismo, el déficit de atención, los trastornos del aprendizaje, etcétera. Y también en enfermedades como el Alzheimer y la demencia, el Parkinson, la esclerosis múltiple, cardiopatías, oncología... De hecho, recientemente mi compañera la doctora Esperanza Torres ha presentado su tesis doctoral que demuestra los beneficios de la musicoterapia en el ámbito de la fibromialgia. Lo importante es que se va construyendo ciencia que valora y evalúa una manera sistemática de trabajar con la música y el ser humano y que muestra resultados muy valiosos».
Fuente: larioja.com