Cesta de la compra

{{#if has_items}}
{{#each line_items}}
{{ full_title }}
{{ quantity }}
{{{ subtotal_human }}}
{{/each}}
Subtotal {{{ subtotal_human }}}
{{#if coupon_name}}
Cupón de descuento {{ coupon_name }} - {{{ coupon_discount_human }}} x
{{/if}} {{#if donation}}
Donación {{{ donation_human }}}
{{/if}}
{{#if shipping_handling_left_for_free}}
(Te quedan {{{ shipping_handling_left_for_free }}} para que el envío sea gratis)
{{/if}}
{{#if tx_okstock}} Envíos en 72h. {{/if}} {{#if delivery_date}} El pedido te llegará el {{ delivery_date_human }} {{/if}}
Total {{{ total_ceafa }}}
{{else}}
Actualmente no tienes nada en la cesta de la compra. Ir a la tienda.
{{/if}}

"Ella debe tener una vejez digna. Vemos cómo nos roban los derechos y nadie hace nada"

El Consorcio Galego de Igualdade e Benestar aumenta a Élida, de 78 años y enferma de Alzheimer, la cuota del centro de día, debido a un error de renta. Reclaman, además, 7000 euros por no abonar esta nueva tarifa durante el año pasado, sin previo avi

MADRID.- No quiere que nadie sienta pena. Lo repite una y otra vez. Sólo reclama que reconozcan sus derechos y dignidad. Así lo expresó Hermi Louriño en una carta donde mostraba su indignación ante el aumento de la cuota del centro de día para su madre, Élida, de 78 años.

Pero antes de este texto, hubo una carta del Consorcio Galego de Igualdade e Benestar. Y, mucho antes, la llegada del Alzheimer. De eso hace diez años, y unos siete desde que la enfermedad avanzó hasta requerir la ayuda de un centro de día. Estar allí le ha permitido sobrellevar la enfermedad, a pesar de toda su dureza. “La evolución ha sido muy favorable porque en casa apenas se movía. Hace ejercicios mentales para que Alzheimer no avance más rápido y ha ganado movilidad”, relata. “De hecho, estaba siempre en cama y levantarla requería de mucho esfuerzo. Ahora es más ágil y camina más, incluso me dicen que no para en la residencia”. Tal es el avance que, en los días festivos, aumenta su deterioro. Allí acude de 8 de la mañana a 6 de la tarde de lunes a viernes. Hermi relata que cada día, antes de acudir al centro, su padre la levanta, la ducha, la peina y le pone el pañal, “sin otro tipo de ayuda y con todo el amor del mundo”.

Élida cobra una pensión que no cubre sus esfuerzos de cuarenta años de trabajo, y apenas llega a los 650 euros. Por ello, como el centro de día es subvencionado y la cuota está determinada por el nivel de renta, abonaba estos años 233 euros. Los escasos 400 euros sobrantes se estiraban para las necesidades más básicas, desde el agua hasta un bollo de pan o los propios medicamentos que requieren su enfermedad, debido al copago. No tenían ningún otro tipo de ayuda.

El problema aparece en el año 2013. Y surge, en principio, de una situación que provocó un alivio económico puntual. “Mi padre ganó un premio de lotería de 30.000 euros. Se trata de un ingreso excepcional de mi padre. Y él, viendo las circunstancias de mi madre, decide dedicar el ingreso a reformar la casa para adaptarla a sus necesidades, porque cada día era más complicado”. Parte de la vivienda se acondicionó para permitir el acceso sin escaleras, un baño adaptado a su movilidad, un espacio abierto para poder caminar, salón y cocina juntas, y eliminación de puertas. En definitiva, suprimir cualquier obstáculo con el que pudiese chocar y lastimarse.

Pero llegó la carta protagonista de esta noticia. El remitente: el Consorcio Galego de Igualdade e Benestar. Hermi, que vive en Madrid, recibe el aviso de su padre y lee en el documento un cambio de números. Según la última revisión de renta, la cuota deja de ser reducida y pasa a 649.66 euros mensuales. Es decir, su pensión completa. El problema no queda sólo en el aumento. Además, la Xunta reclama a la Élida el pago de más de 7000 euros por no haber abonado esa cuota superior durante el pasado año. Nunca, en ninguno de los doce meses anteriores, nadie del centro de día de O Porriño les advirtió ni comunicó esta nueva condición.

“En el centro me lo han puesto bastante negro”, comenta. “La única opción es hacer frente al pago de los más de 7000 euros que reclaman y el abono de la cuota de 650 euros a partir de ahora. Cuando les he dicho que, por la pensión de mi madre, no puede afrontar ese gasto, me han dicho entonces que ella debe abandonar el centro. Aunque les explico que ese aumento de renta fue excepcional en 2013 por un premio de lotería y que su pensión sigue siendo la misma, de 600 euros, me trasladan su comprensión, pero sin otra solución salvo el abandono de la clínica.”

Hermi afronta la situación con escepticismo y duda que la administración corrija el expediente de forma inminente. “Si no se corrige con rapidez, no tenemos solución. No podemos afrontar esa deuda, ni mi madre puede pagar esa cuota mensual. Al final, Mi madre tendrá que abandonar el centro de día por el aumento de la cuota y la nueva deuda”, afirma.

En el Alzheimer cualquier conquista o avance en el enfermo es fruto de mucha dedicación y constancia. Si tiene que abandonar el centro, siente que “todo el trabajo habrá sido en balde. Además, su movilidad se volvería más reducida y su carácter más huraño”. A ello se le suman las dificultades añadidas que supondrían para su marido, de 78 años, que debería de cuidar de su esposa las 24 horas del día y sin ninguna atención especial, adaptada a su enfermedad.

Por todo ello, Hermi cogió lápiz y papel, para denunciar que una mujer enferma, que ha trabajado toda su vida, “tiene casi que mendigar para una plaza en un centro de día. Si fuésemos una sociedad decente no tendría que costar nada, porque esa mujer lo pagó en su época de trabajadora”. Como hija, reclama dignidad para su madre. Como ciudadana, no quiere que se sigan robando derechos. “Ella debe tener una vejez digna, una residencia, su plaza acondicionada, vivir sus últimos días con las mejores condiciones. Vemos cómo nos roban los derechos y nadie hace nada y eso quiero poner encima de la mesa: los derechos de mi madre para que nunca se pierdan los de nadie.”

Fuente: publico.es

Con la colaboración de