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"En los Balcanes, el mal de Alzheimer está enclaustrado en las paredes de las casas"

Problemas de índole físico han obligado al periodista pamplonés Guillermo Nagore Frauca a continuar su ruta a Jerusalén sobre ruedas en vez de seguir a pie. El proyecto 'La Memoria es el Camino' que protagoniza para poner en valor el mal de Alzheimer,

¿Dónde se encuentra? ¿Qué camino ha recorrido y cuánto le queda para llegar a Jerusalén?

Estoy en Sarajevo, a donde he llegado andando, tras recorrer 3.735 kms desde que salí de Finisterre. Al final, mis problemas en el dedo, que arrastro desde Verona, hace más de mil kilómetros, me están dando muchos problemas y he decidido parar de andar porque no estoy en condiciones físicas para afrontar los tramos más duros del recorrido, los que he hecho por Bosnia y, sobre todo, los que me quedan por Serbia y Macedonia y el invierno turco.

Ha tenido que tomar esta decisión ¿Le ha costado tomarla? ¿Podrá algún día concluir su proyecto?

Evidentemente, no es algo que me guste. Hubiera preferido llegar andando hasta Jerusalén, pero lo que no se puede, no se puede. Estuve seis días parado en Triste, me operaron en Zadar y al final el dedo y el cuerpo han dicho basta. Tenía dos opciones, volverme a casa o reinventarme el viaje utilizando cualquier medio de transporte y he optado por la segundo. Voy a coger autobuses, trenes y espero poder comprarme una bicicleta para ir de Salónica a Estambul, cruzar Turquía no sé cómo y volver a andar los últimos diez días, los de Chipre, a donde llegaré en barco y las ultimas etapas entre Haifa y Jerusalén con la idea de llegar en Navidad y concluir mi camino, que no el proyecto porque al final la pelea por una Política de Estado para el Alzheimer va mucho más allá.

¿Cree que pierde fuerza su gesta?

No sé si pierde fuerza mi gesta, tampoco lo he considerado nunca una gesta. Es obvio que no es lo mismo hacer 6.500 km andando que 4.000, que son los que espero hacer, pero lo que sería absurdo es que negara la realidad para acabar mal. Además, también tiene su punto de interés usar diferentes medios de locomoción y, probablemente, podré dedicarle más tiempo a buscar historias y escribir porque, después de andar ocho horas con una mochila al hombro, lo que menos te apetece es sacar el ordenador y ponerte a teclear.

¿Cómo se sigue recibiendo su llamamiento sobre el alzhéimer?

La verdad es que estando metido en el camino pierdo un poco la perspectiva de si esto está sirviendo de algo para llamar la atención sobre la situación de los enfermos de alzhéimer o no. Me dicen que sí, ya hay 52 ciudades solidarias, tenemos abierta una recogida de firmas para solicitar una Política de Estado y el asunto tiene cierta repercusión en las redes sociales. No sé, me gustaría decir que está sirviendo para algo pero de lo que estoy satisfecho es de que al menos lo he intentado, no solo yo, cabeza visible del proyecto, sino toda la gente que está detrás perdiendo horas y dinero por ayudarme y por dar a conocer la dramática situación de los cuidadores.

¿Está viendo situaciones dignas de mención?

Sí. Si nos quejamos de la situación que vivimos en nuestro país, la situación en los Balcanes es inmensamente peor. A pesar de que tienen los mismos enfermos de alzhéimer, no hay ningún tipo de soporte público y, lo que es más grave, la gente desconoce la enfermedad. Como ocurría en España hace 30 años, el mal de Alzheimer está enclaustrado entre las paredes de las casas. El primer paso para que los políticos tomen decisiones en uno u otro sentido, viene del cambio de la opinión pública. Y todavía estamos en esa fase.

Fuente: noticiasdenavarra.com

Con la colaboración de