El alzhéimer es una enfermedad neurodegenerativa progresiva e irreversible caracterizada por el deterioro cognitivo y los trastornos conductuales. Su consecuencia principal, la más terrible, es la pérdida de la memoria, que suele llevar aparejada una pérdida de la identidad, con lo que la enfermedad es un gravísimo problema de salud y de impacto psicológico.
Los enfermos acaban por morir, transcurridos unos años, a consecuencia del deterioro del cerebro. En 1906 el doctor Alois Alzheimer describió por primera vez la patología que más tarde llevaría su nombre. Más de cien años después todavía se lucha contra el estigma asociado a la demencia -aunque al menos ahora ya se distinguen entre tipos diferentes de ‘demencias seniles: no todo el alzehimer- y se siguen organizando campañas con el fin de conseguir mejores servicios y tratamientos para los pacientes y, muy especialmente, sus cuidadores.
Se estima que a estas alturas del siglo hay 46 millones de personas afectadas en el mundo y que se diagnostica -en todo el mundo- un nuevo caso de demencia cada tres segundos. En España hay 800.000 enfermos, según estimaciones de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Además, cada año se registran en el país unos 40.000 nuevos casos. Si no se encuentra una cura efectiva, en el año 2050 el número de casos se habrá triplicado, según los expertos.
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