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Ana Mª Cuervo es catedrática de la Escuela de Medicina del Albert Einstein de Nueva York
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Lidera mundialmente la investigación sobre limpieza celular y envejecimiento
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Está convencida de que podremos aplacar enfermedades como el Alzhéimer
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Cree que los 'wearables' y las redes sociales llevarán el estudio de la salud a otro nivel
Todavía era una estudiante de Medicina cuando Ana María Cuervo se entristeció al comprobar, durante una rotación en geriatría, que las personas mayores sólo tenían a su disposición cuidados paliativos. Ni prevención ni tratamientos curativos. Y es que hacerse mayor por sí no es una enfermedad. "Se queda en medio de la nada, incluso para hacer ensayos clínicos". "Pero da pena pensar que todos vamos a envejecer y no se puede hacer nada para evitarlo", confiesa. Aquel pensamiento podría haberse quedado en eso, en una simple reflexión. Pero la joven optó por el camino difícil. "Creí que algo se podría hacer si en otras áreas se había conseguido". En 1991 entró en el laboratorio de Erwin Knecht en Valencia, uno de los pocos que investigaba los mecanismos de envejecimiento como la limpieza celular. Y a partir de ahí comenzó una carrera investigadora imparable que ha llevado a esta española a ocupar la Cátedra Robert y Renee Belfer para el estudio de las enfermedades neurodegenerativas en la Escuela de Medicina Albert Einstein en la Universidad Yeshiva de Nueva York. Ahora es una eminencia mundial en el campo de la limpieza celular y sus efectos sobre el envejecimiento de la población.
Mucho ha cambiado desde que Cuervo inició sus investigaciones. "Ha habido un cambio dramático a nivel de mentalidad, ahora está claro que se puede y se debe hacer algo en el envejecimiento", afirma INNOVADORES. Y lo más importante, también ha cambiado el objetivo. "Antes se buscaba hacer vivir más años a las personas, ahora la misión es aumentar su calidad de vida hasta el final". El gran referente son los centenarios, personas que viven 100 años con muy buena salud. "Ésa es la idea, no queremos que, como pasa ahora, las personas a partir de los 60 tengan por delante 20 años de ir al médico cada semana", explica antes de su ponencia en el Congreso de la SEBBM de Valencia, patrocinada por el programa L'Oréal-UNESCO 'For Women in Science'.
Un avance que hace temblar a algunos economistas. "Normalmente se preocupan y dicen: '¿Aquí quién va a trabajar?'". Implicaría un cambio legislativo. "Si una persona está bien y está funcional a los 65 años, sigue siendo productiva para la sociedad", explica. Además, los gastos en medicamentos serían menores. "Yo no creo que vaya a ser un problema global de economía, porque lo que quieres es aumentar la salud, no los años de vida".
El poder de la limpieza celular
¿Y cómo se puede conseguir que vivamos más años y más sanos? El envejecimiento es un proceso multifactorial y Cuervo está contribuyendo a esta ambiciosa misión desde el ámbito de la limpieza celular. "Nuestro organismo está preparado para resistir muchísimo. Desde que somos pequeños, todas nuestras células tienen unos sistemas de limpieza que se encargan de que eliminar los daños", explica. Los problemas llegan con la edad. "Conforme nos hacemos mayores, estos sistemas de limpieza se empiezan a deteriorar. Enfermedades como el Alzheimer, Parkinson o diabetes "tienen como base a nivel metabólico y neurodegenerativo un problema a nivel de limpieza celular". Cuervo lo explica así: "Una persona con Alzheimer, por ejemplo, nace con una serie de proteínas mutadas que están en la células. Como está mutada nunca se puede plegar para ser funcional, pero los sistemas de limpieza la van eliminando".
El problema es que con la edad, estos mecanismo empiezan a fallar y ahí es cuando comienza a manifestarse la enfermedad. La científica española dedica su carrera a mejorar cómo las células lidian con esas mutaciones hasta el final de la vida de la persona. "Queremos mejorar estos sistemas de limpieza para que sean igual que cuando tenían 20 años, no queremos que sean superhombres, sino volver a cuando eran jóvenes", comenta.
En este tiempo, se ha demostrado que existen muchos sistemas de limpieza celular, "lo mismo que en casa tienes la aspiradora, el mocho y la escoba". Su laboratorio primero trabaja en conocer bien cómo funcionan estos mecanismos para después ver por qué no funcionan en el envejecimiento. "Y lo más importante cómo vamos a repararlo". Su equipo, en colaboración con el inmunólogo Fernando Maciá ha demostrado la respuesta inmune de las células también está relacionada con el funcionamiento de la limpieza. Juntos han desarrollado unos compuestos que activan este mecanismo. Todavía lo están probando en animales, aunque "están respondiendo muy bien". "En este momento son moléculas, pero esperamos que en el futuro sean medicamentos", indica.
El referente, los centenarios
La Escuela de Medicina Albert Einstein tiene la suerte de trabajar con más de 500 personas centenarias. No sólo con ellas, sino con sus hijos y las parejas de éstos, así pueden eliminar el factor ambiental. "Nos ayuda a saber cuáles han sido las modificaciones genéticas que se transmiten de padres a hijos", comenta. Con las muestras de sangre que obtienen de estos 'afortunados' ("no se dejan hacer más pruebas porque están muy sanos"), su laboratorio se encarga de medir su respuesta inmune y su limpieza celular. ¿Y qué se han encontrado? Que los centenarios, al contrario que la población general, tienen activas ambas funciones, aunque cada uno en un tipo distinto. "Ahora estamos haciendo algo retrospectivo y es ver qué incidentes en su vida les puede haber llevado a usar uno u otro o si es su programa genético, si podemos empezar a ver algunos patrones que hacen que se active una vía u otra de limpieza", declara. Este trabajo permitiría crear compuestos y tratamientos personalizados.
Aunque Cuervo destaca que cada uno puede contribuir a mejorar su sistema de limpieza celular sin necesidad de fármacos. "Si algo hemos aprendido es que estos mecanismos están relacionados con una dieta equilibrada, con cantidades moderadas de comida y los tiempos entre éstas, el ejercicio y dormir suficiente", explica. "Los hábitos saludables contribuyen a una mejor limpieza celular".
El hándicap: envejecer no es enfermar
Uno de los grandes lastres a la hora de llevar a la práctica las investigaciones sobre el envejecimiento es legalmente no se considera una enfermedad. Esto significa que no hay ensayos clínicos sobre el tema porque, por razones éticas, no se incluyen a las personas mayores. "Ahora estamos probando cosas que queremos dar a pacientes de Alzheimer con gente joven", señala.
Las opciones que se presentan son dos: tratar las enfermedades del envejecimiento individualmente o retrasarlo en su conjunto, "con lo cual vamos a prevenir todas esas dolencias". Cuervo, obviamente, se decanta por la segunda. "Es muy extraño que una persona tenga una sola dolencia", apunta. Aunque se trata de un cuadro de enfermedades, cuando se ensayan los compuestos en el laboratorio, sólo se tiene una enfermedad en cuenta".
La investigadora Ana María Cuervo, durante la entrevista.JOSÉ CUÉLLAR
Una posible solución vendría de un campo muy novedoso en el que se está empezando a experimentar: los llamados "órganos en un chip". "Se trata de coger las células de un determinado órgano y someterlas a impulsos electrónicos para medir los efectos de los fármacos", explica Cuervo. La ventaja es que esta técnica se puede utilizar con células de población mucho más variadas y sin exponer a los animales y las personas mayores a los ensayos.
La promesa de la medicina personalizada
"La medicina personalizada va a tardar". Lo positivo, recalca la investigadora, es que ya se piensa y se habla de ella. "Se ha visto que los medicamentos están fallando. No en general, pero por ejemplo para el tratamiento de Alzheimer, ¿cuántos tratamientos se han desarrollado y ninguno ha funcionado todavía? Se han invertido millones y se han realizado ensayos clínicos que no han ido a ningún sitio", sostiene. "Ahora empezamos a plantearnos que no se puede generalizar tanto como creíamos". En el laboratorio es más fácil. "Todos los animalitos están en la misma jaula, comen lo mismo y vienen de la misma madre. Lo que funciona con uno, funciona para el resto de la jaula. Pero en este caso, estamos hablando de una población muy diversa".
Si algo puede hacer posible la medicina personalizada son los avances en los estudios genéticos. "Hace 10 años era imposible pensar en ella, ahora se puede secuenciar el genoma de 20 personas en un día a 1.000 dólares cada una". En opinión de Cuervo, el abaratamiento y los avances tecnológicos en este campo, "significa que todos en algún momento vamos a conocer nuestro genoma". Y, lo que es mejor, la investigación va a poder cruzar esa información.
La democratización de los dispositivos móviles (como teléfonos y 'wearables') también implicará una revolución de la sanidad. "Con todas las 'apps' de salud podemos tener información de una cantidad de población tremenda sin necesidad de invertir en ensayos clínicos, simplemente con estas redes", destaca Cuervo. "Facebook va a ser la mejor forma de difusión de medicina que vamos a tener". A su juicio, la idea de unir estos 'wearables' con las redes sociales ha sido brillante. "La gente quiere compararse con el resto y esa información se está intercambiando continuamente. Gracias a ella se han creado ya repositorios, con consentimiento por supuesto, con estos datos que se pueden obtener sin ningún tipo de inversión porque es algo que hacemos las personas voluntariamente", argumenta. Hasta que llegue el momento en que el médico controlará la salud del paciente sin que tenga que acudir al hospital.
El modelo americano de transferencia
Si los compuestos en los que trabaja el laboratorio de Cuervo terminan resultando exitosos, ¿cómo saldrá esta investigación al mercado? La investigadora explica que en Estados Unidos se están imponiendo dos grandes modelos de transferencia empresarial. El primero se basa en la creación de laboratorios-incubadoras dentro de los centros de investigación y las universidades. Las instituciones ponen a disposición de los científicos los recursos y el espacio que necesitan para crear sus empresas. "En Nueva York ya hay tres institutos que utilizan este modelo".
El segundo, para los investigadores menos emprendedores, se asienta en empresas especializadas en buscar por los centros científicos proyectos interesantes para sacar al mercado. "No es realista pensar que la gente de la universidad pueda crear una compañía sin ayuda", sentencia. "Era el eslabón que necesitábamos".
Fuente: elmundo.es