Por primera vez en Gipuzkoa, los cuidadores de un familiar con dependencia en sus casas están obligados a aprender a cómo movilizarles en la cama sin dañarse, a cómo detectar un principio de úlcera para tratarlas a tiempo o a familiarizarse y quitar el miedo a cuestiones legales como hacer testamento, la tutela o las voluntades anticipadas.
Pero, más allá del conocimiento teórico y práctico, en las sesiones -que corren a cargo de la Fundación Matia- se habla sobre todo de emociones y sentimientos, de esa carga que lleva el cuidador sobre la espalda. Ya han pasado un centenar de 'alumnos' en el último mes. La Diputación de Gipuzkoa contempla que al cabo de un año esta formación básica y ahora también obligatoria para los nuevos solicitantes de la prestación por cuidados en el entorno (PECE) llegue a 2.000 personas.
«Te sientes muy solo y también culpable, por no saber si estás haciendo bien las cosas», se sincera María, que cuida de su madre con alzhéimer. «Empezamos a ver cosas raras. Hasta que un día a las tres de la mañana se va sola de casa. Ahí saltaron todas las alarmas». Ocurrió hace dos años y desde entonces María, junto a su marido y sus dos hijos, convive con ella. Ha encontrado en el curso de formación muchas de las respuestas que buscaba. «Te ayuda a situarte, a ver casos iguales, a reconocer situaciones que te vas a poder encontrar». Anteriormente había acudido a la asociación Afagi, de familiares de personas con alzhéimer, donde recibió asesoramiento. Echa en falta más apoyos y recursos «en la fase preliminar, donde hay un vacío absoluto. La persona no está como ir a un centro de día pero tampoco para estar sola y es cuando los cuidadores nos sentimos más desprotegidos y desamparados».
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