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Fracaso con lecciones para el Alzhéimer

  • Los estudios de dos posibles fármacos para esta enfermedad fracasan

  • Actuaban contra la acumulación de la proteína betaamiloide

  • Se ha visto que en el 25% de los pacientes no se daba esta condición

A primera vista, se trata de un fracaso. Pero, como señala el editorial que acompaña a la publicación de cuatros estudios en The New England Journal of Medicine, son muchas las lecciones que se pueden extraer de dos grandes trabajos (en número de participantes y envergadura) que han fracasado en comprobar su hipótesis primaria: que dos nuevos medicamentos para el Alzhéimer, que actuaban contra la acumulación de proteína betaamiloide en un abordaje terapéutico muy novedoso, podrían ser por fin esos medicamentos contra la enfermedad tan buscados por la industria farmacéutica, investigadores, médicos y, sobre todo, pacientes y familiares.

Los fármacos que se suman a la gran lista de promesas rotas frente al Alzhéimer son dos anticuerpos monoclonales, bapineuzumab y solanezumab. Sobre este último han versado los estudios EXPEDITION 1 Y 2, que han evaluado a 2052 pacientes (entre ellos, afectados de cinco hospitales españoles), con un estado de la enfermedad entre leve y moderado y a los que se asignó aleatoriamente a recibir un placebo o 400 mg. de este medicamento por vía intravenosa, que recibían cada cuatro semanas durante un año y medio. El resultado, según la conclusión que se lee en la propia revista, no tiene vuelta de hoja: "Solanezumab, un anticuerpo monoclonal humanizado que se adhiere a la amiloide, ha fracasado en mejorar la habilidad cognitiva y funcional".

Una conclusión similar a la de otros dos estudios con bapineuzumab, el otro anticuerpo monoclonal, también probado en España que, según los autores, "no mejoró las variables clínicas en pacientes con este trastorno".

Entonces, ¿qué hay de positivo en estos trabajos? "Se ha aprendido muchísimo", resume la directora médica de la Fundación ACE, Mercè Boada, que ha participado en los cuatro trabajos. Se ha visto, por ejemplo, que en el 25% de los pacientes con un diagnóstico clínico de Alzhéimer, no había acumulación de betaamiloide, por lo que era imposible que se beneficiaran de los medicamentos hubieran o no sido eficaces. Se ha aprendido también, según la neuróloga, a ajustar las dosis y, sobre todo se ha extraído una lección: que no hay que abandonar la investigación en ese campo. "A lo mejor la hemos abordado a destiempo o hay que hacerlo de otra manera, estudiando también el peso de otros factores como la proteína TAU", subraya.

En la misma línea, el editorial publicado en la revista es positivo. "En resumen, los dos fármacos ofrecen información valiosa. Han cuestionado la interpretación que se hacía hasta ahora de algunos biomarcadores. Sugerimos que se continúe investigando formas de modular los niveles de betaamiloide en el cerebro aceptando que nos hace falta clarificar el papel que las diferentes formas de esta proteína juegan en la enfermedad", concluyen Eric Karran y John Hardy, precisamente el "padre" del concepto de cascada betaamiloide.

Boada destaca el enorme esfuerzo "económico y de pacientes" que han supuesto los cuatros ensayos clínicos incluidos en los dos estudios publicados en la revista estadounidense. Y apunta que con uno de los dos medicamentos se ha diseñado ya un nuevo trabajo, EXPEDITION 3, en el que también participará la fundación que dirige y que intentará confirmar un oasis positivo observado en el trabajo previo y consistente en el beneficio del fármaco para pacientes con la enfermedad muy leve, "aunque clínicamente diagnosticados".

Muchas más cosas pueden pasar a partir de la publicación de estos trabajos, comenta Boada. Por ejemplo, que se incluyan criterios concretos y distintos de biomarcadores o que se ensayen los medicamentos en situaciones donde aún no hay demencia. La neuróloga comenta que, por ejemplo, solanezumaba se ha demostrado como un fármaco "que no crea más problemas que un placebo".

Lo que sí parece difícil que se repita es, a juicio de esta experta, ensayos tan multitudinarios para los mismos fármacos. "Quizás los próximos no haya que hacerlos con tantos pacientes y hay que modificar el diseño de los trabajos", resumen en la misma línea que el editorial que, a su juicio, constituye un análisis "muy elegante" de los estudios.

La neuróloga reconoce que el fracaso en fases tardías de la investigación (ensayos en fase III) de las promesas farmacológicas para este trastorno neurodegenerativo es relativamente habitual. Considera que este fenómeno tiene una explicación y es que el Alzhéimer "es una enfermedad de largo recorrido", en la que los cambios en los pacientes no son tan rápidos como en otras dolencias y en la que, además, los ensayos clínicos son especialmente complicados, con pacientes mayores, con enfermedades asociadas y que pueden morir fácilmente por el camino.

"Es una patología científicamente desesperante, el tiempo te come", reflexiona Boada, que predice que, al menos hasta 2016 no habrá noticias sobre nuevos fármacos para la enfermedad. "La industria sigue apostando y, sobre todo, los pacientes están al pie del cañón; es llamativo como, cuando les dices que puede que les toque placebo, no solo no les importa sino que aceptan porque puede beneficiar a los que vengan detrás", comenta. Por último, la directora médica de la Fundación ACE lanza un mensaje de esperanza; a pesar de estos dos años en los que puede que no haya nuevas noticias "no se puede vender como fracaso" esta investigación.

Fuente: elmundo.es

Con la colaboración de