Recibí recientemente una comunicación invitándome a firmar una petición para que se rectifique el envasado de medicamentos con el fin de mejorar su aprovechamiento y, como consecuencia, racionalizar su consumo y reducir el gasto. Quien impulsaba la petición señalaba cómo para su hijo le habían recetado un medicamento que venía envasado en unidades de 30 unidades y sólo necesitaba 2 unidades. El resto, en el mejor de los casos, para reciclar. Firmé la petición.
Esa es una realidad que todos conocemos. La presentación de los medicamentos supone un desaprovechamiento importante de las medicinas. La persistencia del sistema hace que nos planteemos una serie de cuestiones. Por qué no se presentan los medicamentos en unidades más racionales, más acordes a las necesidades de los ciudadanos? Por qué las autoridades sanitarias no presionan para que eso cambie? Por qué las autoridades sanitarias no autorizan a que se distribuyan las unidades necesarias y no los envases completos?
Se me ocurre pensar que los fabricantes están muy interesados en esta forma de envasado. Con ella, aumentan sus ventas, es decir, sus beneficios a costa de un encarecimiento de la salud se pague ésta con dinero público o privado. En el caso que ha dado pie a este comentario el fabricante hubiera vendido 2 unidades, mientras que con la presentación que tiene en la actualidad, ha vendido 30. Parece claro, verdad? El bolsillo particular tiene más importancia que salud y que la economía del pueblo.
Admitido el egoísmo que pueden tener los fabricantes y que debemos impedir, por qué las autoridades sanitarias, los altos funcionarios relacionados con los medicamentos y los gobernantes no han tenido iniciativas para la regulación de este tema?
En épocas de abundancia es un error malgastar. Pero en épocas de escasez es necesario suprimir todo gasto no imprescindible. Las personas que están en el actual gobierno del estado, basándose en la escasez de recursos, están recortando por todas partes. Mejor dicho, por todas las partes del gasto social porque en lo referente a gastos militares, policía, subvención a partidos políticos y sindicatos, casa real, y asimilados el tema es distinto. como mucho, en estos capítulos realizan reducciones simbólicas. Incluso su actitud impulsa a pensar si no se beneficiarán de comisiones, premios, u otras formas fraudulentas de retribución como premio por no impedir los abusos de los fabricantes de fármacos.
Recortan los salarios de los demás, recortan las pensiones, salvo las de lo políticos, cobran los medicamentos, incluidos los hospitalarios. Es obvio que estas últimas son medidas encaminadas a favorecer a las compañías particulares de asistencia médica o seguros médicos.
Pero tienen un campo donde podrían obtener una reducción de gastos sanitarios: la racionalización del consumo de medicamentos.
Una de las opciones es autorizar la venta de medicamentos por las unidades que se van a consumir y no por envases completos.
Otra, que parcialmente ya se realiza, es la supresión de marcas en las recetas abonando a las farmacias sólo los costes de las medicinas genéricas.
Otra prohibir todo tipo de publicidad y propaganda de productos farmacéuticos. Todos sabemos que uno de los objetivos, si no el principal, de la publicidad es crear necesidades. En el campo farmacéutico podemos observar cómo situaciones totalmente normales, que se subsanan con un poco de lógica, con observación de las causas que las producen para evitar su origen, se convierten en necesidades de medicación. Laxantes, tranquilizantes, pastillas para dormir, estimulantes, y un largo etcétera, se han convertido en necesidades para muchas personas. El marketing farmacéutico ha creado esas necesidades. El marketing farmacéutico ha presionado para que se autorice la venta de vacunas que no han pasado todas las pruebas necesarias para su aplicación en las personas y que “a posteriori” se ha demostrado que no eran necesarias. Pero ellos ya las habían vendido.
Cada vez se puede escuchar a más médicos quejarse por tener la presión social (impulsada por el marketing farmacéutico) para recetar medicamentos que consideran no son necesarios. Sus pacientes quieren algo para “sanar” ahora mismo. No pueden esperar con un pequeño remedio casero hasta mañana.
Todo esto supone un dispendio considerable de gasto evitable sin afectar a la salud. Al contrario, el efecto a largo plazo de estos fármacos sobre el organismo es importante. Por qué se investiga sobre medicamentos para curar el alzhéimer y no se investiga sobre sus causas? Y esta misma pregunta es válida para todas las enfermedades. Tendrá algo que ver con que la creación de medicinas supone un negocio rentable mientras que evitar la enfermedad no supone negocio?
Para cuándo impulsar una sociedad en la que el beneficio esté subordinado al interés social?
Cuándo los poderes públicos van a estar al servicio público y no privado?
Cuándo los ciudadanos vamos a saber exigir a los gobernantes que estén al servicio de la comunidad y no ésta al servicio de unos pocos?
Fuente: Deia.com