Todos los lunes y miércoles por la mañana Félix Altuna coge el autobús en el Boulevard de Donostia para ir al Antiguo. Nunca se pierde las clases de memoria que recibe junto con otros siete compañeros en la sede que Afagi (Asociación de Familiares, Amigos y Personas con Alzhéimer de Gipuzkoa) tiene en el barrio donostiarra. Bergarés pero afincado en San Sebastián, es alumno repetidor, ya que este curso es el cuarto para él, pero en esta 'escuela' eso es todo un logro. Significa que su alzhéimer no avanza hacia un deterioro mayor, lo que le permite, a pesar de los inevitables síntomas, ser aún una persona autónoma.
«Yo me doy cuenta de que personas que conozco que tienen alzhéimer y que no ejercitan la memoria como yo pierden más la cabeza», afirma Félix. A sus 81 años, además de las clases en Afagi se empeña en solucionar los sudokus y los crucigramas del periódico, aunque a veces haga trampa y mire las soluciones. Pero su alzhéimer, diagnosticado hace unos cinco años, le traiciona cuando da sus largos paseos hasta el Peine del Viento. «Me cruzo con mucha gente que me saluda, pero no soy capaz de acordarme de quiénes son, ni de sus nombres». Eso sí, sus muchos años de trabajo como perito industrial le permiten tener una mente privilegiada para memorizar números. «Ahí no fallo», afirma orgulloso.
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