Gurutz Linazasoro clausuró ayer en el campus de Leioa el 4º Congreso de Estudiantes de Medicina de la UPV/EHU lanzando un mensaje de optimismo sobre la sanidad moderna, que abre las puertas “a un mundo lleno de retos, pero también de oportunidades”.
“El cerebro funciona como un equipo de fútbol”, afirma. Parece un titular provocador.
-Es que funciona como un equipo de fútbol porque va formando redes. Todas las conexiones que tenemos, todo el mapa de los miles de millones de redes neuronales se organizan como un equipo de fútbol para ser lo más eficiente posible. Y se organiza como Internet, y como una persona en el mundo. Es decir, a través de relaciones muy cercanas con gente que vive cerca, y de vez en cuando con gente que vive muy lejos.
¿Hay que entrenar el cerebro para afrontar mejor el Alzheimer?
-Sí, hoy sabemos que los cambios patológicos en el cerebro aparecen muchos años antes de que se noten los primeros síntomas. Así que si una persona tiene un cerebro muy bien entrenado, con mucha reserva cognitiva, con actividad intelectual importante, con gran actividad física, sin lesiones cerebrales previas, el proceso degenerativo tarda más en hacer mella.
Pero hay intelectuales (se me ocurre el president Maragall) que han sucumbido a la enfermedad.
-Eso es porque el Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa y todavía no sabemos cuál es su causa. Probablemente la herencia juega su papel, así como el envejecimiento... Un cerebro entrenado afronta mejor el Alzheimer pero el mal devasta incluso mentes muy privilegiadas.
No hay recetas para librarse.
-No. Ojalá fuera tan sencillo como decir; haga una dieta mediterránea, camine todos los días 10.000 pasos, realice mucha actividad social e intelectual, tenga mucha curiosidad y aprenda cosas nuevas. Una cosa es cierta; haciendo eso, baja el riesgo.
¿Es verdad que existen alimentos que mejoran la salud cerebral?
-Hay bastantes evidencias de que una dieta equilibrada y el consumo continuado durante años de antioxidantes, ácidos grasos Omega 3 y de ciertos nutrientes favorecen que se generen nuevas neuronas y que se establezcan nuevos contactos.
Mantiene que si fuéramos capaces de retrasar la aparición del Alzheimer, daríamos un gran paso.
-Eso obedece a una cuestión puramente demográfica. El Alzheimer aumenta su incidencia a medida que envejece la población. Por eso si consiguiéramos retrasar cinco años el inicio de la enfermedad, una persona de 80 años no lo desarrollaría, quizá porque fallecería antes como consecuencia de otro problema.
Cada vez se diagnostica más Parkinson.
-Se diagnostican más casos porque también está asociado al envejecimiento. Y también gracias a la sensibilización de la población, diagnosticamos casos de Parkinson en edades más tempranas. Aunque el temblor es el máximo exponente, hay un 30 o 40% de casos que no tiembla nunca. Y hay muchas personas con temblores que no tienen Parkinson.
Sostiene que el cerebro funciona como una red. Sin embargo los fármacos tienen muy difícil el acceso para vencer, por ejemplo, un tumor cerebral.
-Es que el cerebro está envuelto por las meninges y rodeado por el líquido cefalorraquideo y eso impide que muchos productos tóxicos que genera el organismo pasen al cerebro y le afecten. Por eso, el cerebro es un santuario, y esto tiene ventajas porque te aísla de muchos peligros, pero también es un inconveniente cuando quieres tratar un problema cerebral. Una manera de atravesar esos obstáculos es utilizando vectores virales para transportar fármacos.
¿Los tumores tendrían así mejor pronóstico?
-Sí porque la terapia a aplicar sería más eficaz. Pero tienes que actuar directamente contra el tumor en el cerebro y eso a veces es muy invasivo y con grandes efectos secundarios. El pronóstico de estos tumores depende del tipo y de su localización. Hay tumores muy benignos y otros terribles, muy malignos, en los que en pocos meses el paciente ha fallecido. Pero incluso los benignos plantean el problema de su localización porque pueden estar en un área que se encarga del lenguaje o la movilidad de una parte del cuerpo. Además si crecen, el cerebro no puede hacerlo y eso genera otros problemas.
Usted es fundador y presidente de VIVEbioTech, una compañía que produce vectores virales para curar enfermedades genéticas, algo parecido a lo que ha llevado a cabo la firma Abeona con el ensayo clínico para Sanfilippo. ¿Una terapia génica similar podría haberse desarrollado en Euskadi?
-Confiamos en poder hacerlo. Nosotros ahora producimos un vector viral que es un lentivirus y el vector que se utiliza para Sanfilippo es otro diferente. Pero en poco tiempo estaríamos en disposición de tenerlo. Uno de los objetivos que perseguimos es que investigadores y médicos sepan que aquí les podemos fabricar los vectores.
A veces se desconoce que mucha población porta genes mutados que pueden causar una enfermedad hereditaria.
-Sí, muchas son enfermedades raras que afectan a muy poquitas personas, a veces niños... Son enfermedades duras por las que merece la pena trabajar en buscar una solución. Porque una vez que se corrige el gen mutado, lo esperable es que se solucione el problema. Por eso, la terapia génica ha venido para quedarse.
Y eso que parece ciencia ficción.
-Sí pero es una medicina personalizada y precisa porque uno coloca la terapia donde quiere. Además es predictiva y preventiva porque en un futuro, cuando esté más generalizada, lo ideal sería hacer un análisis genético de una persona, ver si existe una mutación que pueda causar una enfermedad y aplicar una terapia antes de que pueda desarrollar ningún síntoma.
Fuente: deia.com