Con las fiestas patronales totalmente encauzadas, la jornada de ayer tuvo como protagonistas principales del panorama matinal a los más pequeños. Ellos, hasta un total de un centenar, fueron los que durante un buen rato acapararon las miradas de los muchos alfareños que no quisieron perderse la colocación de los pañuelos rojos que simbolizan las fiestas.
Así, sirviéndose de la explanada de lo alto de la escalinata de San Miguel -que lo mismo hace las veces de tribuna que de escenario- como plataforma para que todos lo viesen bien, el alcalde, Tomás Martínez, y la práctica totalidad de los concejales, fueron turnándose para colocar los pañuelillos al centenar de nuevos alfareños, que los recibieron por primera vez en sus vidas.
Las instantáneas individuales y la colectiva sirvieron como broche al acto. En el caso de la segunda, se trataba de un obsequio del Ayuntamiento. Otro tanto ocurría con el pañuelo y el pliego que era entregado a cada retoño y que contenía un poema del pregonero, Mario Martínez, reconocido poeta de la localidad.
Mientras tanto, en la misma plaza de España, los aficionados a la cría de perros, dilucidaban cuáles de los ejemplares de las distintas razas eran merecedores de las distinciones del campeonato de La Rioja de belleza.
Además, los de la Asociación para la Demencia de Alzheimer ofrecían un aperitivo a la par que información sobre la enfermedad y la agrupación. También, y patrocinado por Comoencasa, cientos de personas pudieron degustar tortilla de patata con su pan y su vino. Mientras tanto, la comparsa de gigantes y cabezudos, acompañados de los gaiteros, recorrían las calles de la ciudad para disfrute general.
La mañana había comenzado con el primer encierro de reses bravas, que se saldó sin incidentes y con bastante público dentro y fuera del vallado. La jornada se completaba con variados conciertos, la quema de los primeros fuegos artificiales y las verbenas correspondientes.
Fuente: elcorreo.com
