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Intervenciones asistidas con perros para personas mayores con Alzheimer y otras demencias

En los últimos años, las Intervenciones Asistidas con Perros (IAP) se han consolidado como recurso terapéutico para los equipos interdisciplinares de los centros de atención a personas mayores. Son muchas las evidencias científicas que resaltan su utilidad en este campo. Entre las más recientes, Richeson (2003) plantea que las intervenciones con animales pueden ser beneficiosas para disminuir la agitación y agresividad en personas con demencia. Para Walsh, Mertin, Verlander, & Pollard (1995) las sesiones de IAP producen efecto relajante sobre las mismas.

El perro es un fuerte elemento motivador hacia la actividad en manos del profesional ayudando a dinamizar sus sesiones. Genera emociones positivas y facilita y mejora las relaciones personales y la comunicación dentro del grupo. El técnico pierde el rol de protagonista y pasa a un segundo plano sin perderse de vista los objetivos terapéuticos. El perro de apoyo es un estímulo novedoso que reacciona ante los intentos comunicativos y responde; despierta el interés, centra la atención y favorece la concentración. Se crean situaciones divertidas y de disfrute personal. Las emociones pueden expresarse a través de la relación con el perro, se recogen y se validan.

Geriatricarea intervenciones asistidas con perros

Las intervenciones con animales pueden contribuir a disminuir la agitación y agresividad en personas con demencia

En España el Centro de Referencia Estatal de atención a personas con enfermedad de Alzheimer y otras demencias CREA-IMSERSO, ha introducido la Intervención Asistida con Perros como una terapia no farmacológica dirigida a la mejora de los síntomas psicológicos y conductuales de las demencias, uno de los principales problemas para familiares y cuidadores.

En un reciente estudio (Pérez, Pérez y González, 2013), se concluyó que las sesiones de IAP, en comparación con otras actividades desarrolladas en este centro, tienen un efecto relajante en las personas con demencia, durante las cuales no aparecieron las alteraciones de conducta, además de que las IAP tiene una capacidad superior a otras actividades para promover la implicación de los usuarios debido a la utilización del perro como mediador terapéutico.

Las IAP deben estar dirigidas por un profesional sanitario e integradas en el conjunto de servicios y actividades de los centros de atención a personas mayores compartiendo y consensuando objetivos. Suponen un complemento al resto de programas y se recogen en los Planes Personalizados de Atención. Su objetivo general es mejorar la calidad de vida contribuyendo al bienestar físico, cognitivo y emocional.

Se favorece la participación de todos aquellos individuos para los que la actividad resulta significativa, esto es, se parte del conocimiento de las vivencias personales asociadas a la tenencia de animales, se realizan por voluntad propia y proporcionan satisfacción y bienestar personal. Son muchas las personas que guardan increíbles recuerdos acerca de los animales con los que han compartido o comparten sus vidas. Relacionan al animal con otros recuerdos del pasado, asociando estos con personas, acontecimientos y lugares relevantes. Esto facilita que se establezcan grandes vínculos emocionales con el perro de apoyo.

Cualquier persona puede participar independientemente del grado de deterioro cognitivo ya que se adaptan y diseñan las sesiones teniendo en cuenta las potencialidades de cada uno. Cada participante contribuye al bienestar del grupo y el perro de apoyo no hace distinción alguna entre los miembros del mismo, lo que hace que a sus ojos, todos sean iguales.

La labor del profesional de las IAP es eliminar cualquier obstáculo que dificulte la participación proporcionando los apoyos necesarios y resaltando los puntos fuertes de las personas mayores, por lo que la presencia en los centros de este tipo de intervenciones contribuye a visibilizar sus capacidades por los profesionales de atención directa, que a menudo se implican y participan en las sesiones.

Muchos de los objetivos de intervención pueden ser trabajados a través de la figura del perro de apoyo, con lo que la actividad cobra un nuevo significado y relevancia. Así por ejemplo, en el ejercicio de pedirle al perro que realice una secuencia de órdenes de diferente grado de complejidad empleando consignas verbales, acompañándolas del gesto correspondiente y secuenciándolas en el orden necesario para conseguir un objetivo final, esto es, que el perro acuda a su llamada desde lejos, se siente y se eche a su lado, se ejercitan diferentes capacidades cognitivas (memoria, lenguaje, praxias y funciones ejecutivas respectivamente).

Igualmente, actividades cotidianas hacia cualquier animal relacionadas con satisfacer sus necesidades básicas de alimentación, hidratación, higiene, cepillado, afecto, pueden favorecer la actividad física, cognitiva y social, contribuir al mantenimiento de las actividades de la vida diaria, fortalecer la autoestima y mejorar el estado de ánimo haciendo que la persona se sienta útil.

Cuando el deterioro cognitivo es muy grave se plantean intervenciones individualizadas favoreciendo la conexión con el entorno y aportando una vivencia multisensorial. En momentos difíciles, como pueden suponer los periodos de adaptación a la vida en el centro, o para los casos en los que aparecen conductas problemáticas, el perro de apoyo puede aportar soporte emocional y distracción.

Corren nuevos tiempos en la manera de entender la provisión de apoyos a las personas que los necesitan. Los animales pueden contribuir al bienestar personal de muchas formas y las intervenciones asistidas con perros son una de ellas.

Cristina López

Con la colaboración de